San Pedro y San Pablo: la tradicional fogata que rescatan vecinos y turistas en Lavalle

Más de 400 personas participaron del encuentro, a 10 minutos de la villa cabecera.

San Pedro y San Pablo: la tradicional fogata que rescatan vecinos y turistas en Lavalle
San Pedro y San Pablo: la tradicional fogata que rescatan vecinos y turistas en Lavalle

Con su calor, fuerza y energía extraordinaria el fuego quemó las penas y elevó al cielo las peticiones de los presentes. Unidos alrededor de una gran fogata cada uno comulgó con sus propios dolores y anhelos para entregarlos a la naturaleza y comenzar una nuevo andar por la vida.

Así, el departamento de Lavalle rescató el tradicional festejo de San Pedro y San Pablo, que parecía perdido pero anidaba en los recuerdos de muchos.

Tal vez por esa razón, más de 400 personas, entre mendocinos y turistas, aceptaron gustosas la invitación de la Red de Turismo Rural de Lavalle para reeditar la celebración y aprovechar de lo mejor de la gastronomía local.

El puesto Díaz, a unos 10 minutos de la plaza cabecera, fue el punto de encuentro y donde el sábado pasado se desarrolló una novedosa propuesta de actividades.

Con cita a las 17 los presentes fueron recibidos con yerbeado y sopaipillas. Con la panza llena se dio rienda suelta al taller de armado de muñecos que luego serían quemados junto con las penas.

Utilizando totora del lugar, remojada con agua, cada uno le fue dando forma y nombre a su personaje. En un papelito escribieron aquello de lo que deseaban deshacerse.

Liliana Fernández, una de las artistas plásticas que fue guiando a los presentes la confección de los muñecos, explicó que tradicionalmente solamente se armaba un gran muñecón que se colocaba en el medio de la fogata para incendiar.

Pero que en esta oportunidad los organizadores decidieron darle un giro a la propuesta, para que cada uno participara activamente y comenzara su propio proceso interno. "El fuego es purificador así que cada uno tiene que anotar su pena para quemar", aseguró.

Más tarde y tras una vistosa puesta de sol, se invitó a los presentes a participar de un juego bajo la luz de la luna. Rememorando un antiguo juego asociado al festejo, se dividió a los presentes en dos equipos: San Pedro y  San Pablo. 

Con velas encendidas cada uno debió llegar al otro lado conservando la llama intacta, lo que generó momentos de corridas y grandes risas. Luego le siguieron danzas circulares guiadas por Laura Manzano y en las que los presentes se entregaron sin dudarlo.

La cena posterior incluyó empanadas, chivito, chanfaina, entre otras delicias que suelen ofrecer los hermanos del Puesto Díaz. "Toda la vida prendimos la fogata como un ritual familiar, llegaba el 29 de junio y mi papá nos mandaba a buscar maderitas, paja y todo lo que se nos ocurriera para quemar", recordó Laura Díaz, parte de la Red de Turismo Rural y quien ofició como anfitriona.

Recordó que junto con los otros miembros del grupo decidieron organizar un evento por estación para invitar a los mendocinos y turistas a conocer sus tradiciones y aprovechar para rescatar las costumbres. Así fue como se le ocurrió para el invierno reeditar la fogata de San Pedro y San Pablo.

“Queremos atraer a la gente mostrando lo nuestro, lo genuino, lo que somos y compartirlo”, explicó la mujer. Por esa razón ofrecieron un paquete con cena y hasta la posibilidad de alojarse en las cabañas del departamento a precios promocionales.

“Sabemos que nuestra gastronomía también es un gran atractivo, así que conjugamos todo para armar una propuesta única”. Informó que 400 personas reservaron su lugar, pero que finalmente llegaron muchas más.

Ana Castillo, jefa de Turismo de la comuna, detalló que la Red de Turismo Rural está formada por 10 familias que buscan potenciar la oferta turística del departamento.

"Es todo un reto y le están poniendo todo de ellos para resaltar todo el bagaje cultural del departamento que todavía muchos desconocen", manifestó. Resaltó que la invitación en esta oportunidad, no estuvo sólo pensada para disfrutar del paisaje y la gastronomía, sino como una forma de reflexionar, mirar hacia adentro de uno mismo y comulgar con la naturaleza.

Delia Demartini y Ernesto Báez, de Guaymallén no quisieron perderse la oportunidad de revivir una fogata similar a la que solían asistir cuando eran niños. "Nosotros nacimos en San Juan y allá se organizaba un evento parecido pero para conmemorar a San Juan por eso nos entusiasmó tanto la propuesta", relataron en conjunto.

Para ellos además fue una excelente oportunidad para comer rico y para desconectarse del trajín diario. "Acá no tenés señal de celular, así que no te queda otra que pasarla bien", comentaron entre risas. La pareja valoró mucho que se rescaten las tradiciones del pueblo. "Para que pasen a las generaciones futuras y no se pierdan definitivamente", deslizaron.

En un gran mesa, de más de 12 personas, un grupo de docentes degustaba las delicias locales. "Somos de la Unión Docentes Argentinos, hicimos un convenio con la Red de Turismo Rural y les ofrecimos la actividad a los afiliados", detallaron Karina Estebanez y Cecilia González.

Cada uno de ellos armó su propio muñeco y participó de las distintas actividades propuestas. "Nos parece fantástico que se rescaten las tradiciones y además que nos muestren cómo se celebra en el campo", aseguraron. Ellos además decidieron quedarse a dormir en las cabañas del departamento y realizar visitas durante el día domingo al Algarrobo Histórico y a la Finca Biodinámica Cosmos.

Un festejo religioso y pagano

Para los religiosos el 29 de junio se conmemora la muerte de los apóstoles Pedro y Pablo, el primer Papa y el gran Apóstol de Cristo, respectivamente.

Según contaron, ambos fueron ejecutados alrededor del año 67, por orden de Nerón: Pedro fue crucificado cabeza abajo según su deseo, por considerarse indigno de morir como su maestro y Pablo fue decapitado.

Para otros esa misma fecha se produce un ritual tan antiguo como la vida misma, donde el fuego purifica individual y colectivamente. Se cree que esa noche es mágica ya que se produce una comunicación entre el mundo profano y el mundo sagrado.

La tradición marca que cada persona debe escribir sus penas y quemarlas para encarar mejor lo que queda del año.

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