San Martín y sus infaltables libros

San Martín y sus  infaltables libros

Los que valoramos el conocimiento solemos llevar libros en nuestras valijas y mochilas y, en más de una ocasión pagar un plus por exceso de equipaje.  Hoy los libros digitales comienzan a aligerar nuestra carga. En el contexto del Bicentenario del Cruce de los Andes (1817-2017) es oportuno rememorar la mirada del Libertador sobre la lectura, las bibliotecas y sus libros. Éstos forman parte de once de los trece cajones que transporta en su equipaje durante el Cruce de los Andes.

En la conmemoración de los 50 años de la Biblioteca+Mediateca Pública Municipal Manuel Belgrano (Godoy Cruz, diciembre de 2016), se publicó una antología de escritores godoicruceños. A uno de los trabajos lo titulamos José de San Martín: lector y fundador de bibliotecas.

Continuamos con la intención de recordar y complementar la visión tan bien fundamentada -por los hechos y las investigaciones históricas- del eximio general y gran estratega con otros matices de su accionar a favor de la cultura.  En la Gesta Libertadora despliega sus dotes de líder, su pericia militar y, especialmente, la concreción de su ideal de liberar América del Sur.  Su vida transcurre de batalla en batalla, sin embargo siempre manifiesta preocupación por los libros, las bibliotecas y la educación.

Cuando San Martín inicia su carrera militar, siendo casi un niño con once años (España, 1789), comienza a interesarse por la buena lectura y a comprar los libros que integrarían su futura “librería”. Este es el nombre que se le da en el siglo XIX a la colección personal de libros. El valor dado por el Libertador a la lectura y los buenos libros se evidencia en diferentes hechos. Citamos sólo algunos. Traslada sus libros desde España a Buenos Aires (1812) donde incorpora algunos ejemplares más. El próximo destino es Mendoza (1814); luego cruza la cordillera con sus once cajones de libros hacia Santiago de Chile (1817); y embarca con ellos hacia el destino final: Lima (1818).

Un estudio interesante sobre los escritos y libros del Libertador está incluido en la obra Ideario de San Martín (2015), de Pedro Luis Barcia -ex presidente de la Academia Argentina de Letras-  quien lo califica de “lector gustoso, lector habitual”.  Su librería  está compuesta por un total de 268 obras y 725 volúmenes, 68% están escritos en francés, el idioma de la cultura y la ilustración en esa época. Además de las obras referidas a su profesión militar e historia, sus libros predilectos son los de la escuela filosófica del siglo XVIII, en cuyo pensamiento se ha formado con las ideas de soberanía popular, división de poderes, libertad civil y religiosa, publicidad de los actos de gobierno, etc.

San Martín lee a los filósofos de la ilustración: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y encarna esas ideas. En el ideario iluminista  el nivel intelectual de los pueblos es uno de los cauces fundamentales de su liberación. Dice el Libertador: “La ilustración y el fomento de las letras son las llaves maestras que abren las puertas de la abundancia y hacen felices a los pueblos”.

Se conocen las obras que componen dos de sus bibliotecas personales. Los fondos de la primera lo acompañan  en su trayectoria desde Cádiz a Lima -incluido el Cruce de los Andes-, como ya comentamos, en cuya Biblioteca Nacional quedan depositados. Los de la segunda, son donados en 1856 a la Biblioteca Pública de Buenos Aires por Mariano Balcarce, yerno de San Martín, y corresponden a los ejemplares que tiene en su residencia de Boulogne-sur-Mer (Francia).

Creador de Bibliotecas

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestros ejércitos” afirma el líder americano y da testimonio de este compromiso. En marzo de 1817 el Cabildo de Santiago de Chile le concede un obsequio de diez mil pesos en oro, como muestra de su reconocimiento y gratitud. El Libertador agradece la generosidad del ayuntamiento pero expresa su intención de destinar la citada cantidad “a un establecimiento que haga honor a V. S. y a ese benemérito reino: la creación de una biblioteca nacional que perpetuará para siempre la memoria de esa municipalidad”.

De igual modo, en el testamento que hace en la ciudad de Mendoza, el 23 de octubre de 1818, consciente de que su vida está en constante peligro, expresa lo siguiente: “Que la librería que actualmente posee y ha comprado con el fin de que se establezca y forme en esta capital una biblioteca, quede destinada a dicho fin, y se lleve a puro y decidido efecto su pensamiento”.

Luego, en Perú, funda la Biblioteca Nacional de Lima (1821), a la cual dona sus más 700 libros coleccionados desde la juventud en España y traídos a América. Considera que la biblioteca es “uno de los medios más eficaces para poner en circulación los valores intelectuales”, según consta en el Decreto de creación de la Biblioteca Nacional que cuenta, en sus inicios, con 11.000 libros. Éstos provienen de la biblioteca de diversas ciencias y humanidades de los jesuitas y cuyos libros fueron confiscados por el Virreinato del Perú, cuando el gobierno español decidió la expulsión jesuita de sus dominios en 1767.

Otra acción de suma importancia como Protector del Perú es la disposición que establece la libertad de imprenta, en cuyo preámbulo refleja su misión de liberar los pueblos. En dicho texto reconoce: “el derecho que tienen todos los hombres de pensar, de hablar y de escribir, y porque sin ella son perdidos los más bellos talentos para la Patria, para la causa de la razón y de las luces. Mas al mismo tiempo que concede la libertad de manifestar públicamente su opinión a todo individuo”.

San Martín es un hombre de la ilustración.  Al profundizar el contenido de su biblioteca personal, sus escritos y sus hábitos de lectura podemos comprender la fuerza de las ideas iluministas que impulsan y sostienen su obra a favor de la Independencia de América del Sur.

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