Allá por la década del ‘40, recuerdan los más memoriosos y que ya empiezan a peinar canas -o a perderlas-, la calle Rivadavia se transformó en “la calle cultural”.
La fundación del edificio de la UNCuyo, que estaba ubicado en esa vía -casi esquina con 9 de Julio- fue el puntapié inicial para que la cuadra comenzara a tomar color y aroma a cultura. Y, como si se tratara del tronco de un árbol fértil, alrededor de la casa de estudios fueron surgiendo, cual ramas, distintas librerías y puntos de encuentro culturales, como son bares y cafés.
Luego de la década del ‘90 -con su etapa más que olvidable-, muchas de esas librerías se vieron obligadas a cerrar sus puertas. Sin embargo, aún algunas se mantienen en el lugar y siguen haciendo que esa calle -o esas calles, ya que la zona se extendió- no pierdan ese status de “culturales”, al tiempo que han revalorizado la zona como un foco literario y de culto.
Seis librerías, cada una con su perfil marcado, y dos confiterías históricas hacen que la calle Rivadavia -entre 9 de Julio y San Martín- y esta última avenida -entre Alem y Garibaldi- sean un sector de fácil antojo para los bibliófilos.
Años dorados
María del Pilar García Santos es actualmente la encargada de la librería que lleva su apellido y que fue fundada en 1940 por Eugenio García Santos.
“Somos una familia de libreros. Empezó en 1893 mi bisabuelo en Buenos Aires. Y en 1940, Eugenio abrió el Centro Literario en Mendoza. Estaba en Rivadavia 155 y le dijeron que no podía haber una universidad sin una librería específica en la zona, por eso lo llamaron así. Y él abrió la librería en el lugar”, contó la mujer, rememorando los años en que esa cuadra fue tomando su color literario.
De hecho, la librería (que cumple 75 años en 2015) estuvo en calle Rivadavia hasta 1996, cuando finalmente se trasladó a calle San Martín, entre Alem y Amigorena, que es donde permanece hoy.
“Primero estuvo a cargo de Eugenio, después la tomó Antonio García Santos y ahora sigo yo. Y espero que siga en la familia durante 75 años más, por lo menos”, indicó la mujer, entre risas.
El perfil de García Santos es exclusivamente el de libros -allí no se venden otros productos- y tienen mucho protagonismo, además de los best sellers, los escritores mendocinos.
“Nos dedicamos sólo a los libros. No vendemos además CDs, películas o muñecos. Creo que el que es lector por naturaleza se inclina por estas librerías, como también es Simoncini o el Centro Internacional del Libro. Para vender libros considero que es fundamental que te guste lo que estás haciendo y querer transmitir el amor por la lectura”, sostuvo la mujer, quien diferenció el perfil de estas cuadras del de calle Garibaldi y San Juan. “Allí hay muchos locales de libros usados y de texto, de primaria y secundaria. Son públicos distintos”, destacó, mientras se movía por los pasillos de la librería.
"En calle Rivadavia hubo varias librerías, como La Argentina, Hipólito, Iván Mazzei entre otras", agregó García Santos.
Como reliquia que es, la librería exhibe en vidriera un ejemplar de los llamados "incunables", y que debe su nombre a que es de la época de la cuna de la imprenta (período comprendido entre 1450 y 1499). Se trata de un libro publicado en 1476 y que está en latín. "En los últimos años se empezaron a instalar más librerías en la zona, por lo que recuperó un poco el espíritu la zona", destacó la mujer.
Otro de los locales referentes de la zona es la Librería Técnica, que se encuentra en plena “cuadra cultural” (Rivadavia, entre San Martín y 9 de Julio).
“Desde siempre se consideró a la calle Rivadavia como la calle cultural. Empezó en la década del ‘40, cuando abrió la Universidad acá. Donde estamos nosotros ahora había otra librería técnica y nosotros empezamos en un escaparate en la Galería Rosso, en Alem y San Martín. Pero el local y la zona es histórica, y acá siempre se mantuvo el rubro literario”, recordó a Los Andes José Dibarbera, dueño del tradicional local ubicado en la vereda sur, quien se mudó allí en los ‘80.
“En esa época, nosotros salíamos a recorrer todas las universidades de Mendoza y hacíamos contacto con los alumnos y los profesores, para trabajar codo a codo con ellos en el material. También había otra librería en España y Rivadavia; nunca perdió ese perfil la calle”, continuó.
Si bien en esta librería el perfil es meramente técnico -abundan los títulos de este tipo-, también hay lugar para los siempre vendibles best sellers. “En Mendoza cada librero tiene su perfil, y hay demanda para todos. En los ‘90 desaparecieron muchas librerías y eso fue malo, porque Mendoza era la provincia que más librerías tenía en el país”, resaltó.
La problemática actual que más preocupa a Dibarbera tiene que ver con las trabas a las importaciones, algo que afecta mucho en lo que se refiere a los libros técnicos.
“Tenemos mucha demanda, pero no así material. En los últimos cuatro años las importaciones se restringieron muchísimo. Y la verdad es que en lo que se refiere a industria nacional, Argentina no es potencia en libros técnicos. Los mejores han sido siempre de España y México”, sostuvo.
No obstante, pese a este panorama, el librero dejó bien en claro que siguen y seguirán apostando por el rubro. “Mucha gente se pregunta si los mendocinos leen. Y la respuesta es que sí, leen siempre y cuando tengan material. La actividad del librero no es un trabajo, es una vocación.
Librerías como ésta o García Santos son lugares en los que se ve esa vocación y el esfuerzo. De hecho, nosotros seguimos saliendo a charlar con los alumnos y profesores de las universidades. No sabemos de todo, pero sí somos facilitadores”, sentenció el hombre que es librero desde los 18 años.
En esa misma manzana, pero sobre San Martín, se destaca otra histórica y que lleva más de 60 años en la zona. Se trata de Paulinas, que mantiene desde siempre un perfil litúrgico. “Ésta es una zona que siempre ha tenido mucha gente, turistas y mendocinos, que se interesan por libros. Impulsa mucho a la zona el hecho de tener la Peatonal a una cuadra”, resaltó Daniela Ramos, de esa librería.
Revalorización
Primero fue con Yenny (cerca de la esquina con Garibaldi), luego con Le Club (entre Rivadavia y Montevideo) y la más reciente es Cúspide (también entre Alem y Amigorena). Lo cierto es que durante las últimas décadas, todo ese tramo de la avenida San Martín sumó nuevas librerías que no hicieron más que reafirmar y revalorizar el concepto de “cultural” de la zona.
Si bien se trata de cadenas nacionales con sucursales en Mendoza (en el caso de Yenny y Cúspide, por ejemplo), lo cierto es que han aportado su oferta literaria en la zona con títulos de todo tipo. Incluso, ambos locales han ampliado sus perfiles, incluyendo además de libros, CDs y DVDs para los amantes de la música.
En el caso de Le Club, la situación es similar. Se trata de un local por el cual los melómanos tienen debilidad a la hora de buscar álbumes (contemporáneos y clásicos) de sus músicos favoritos, pero que también cuenta con un sector orientado a la venta de libros.
“Lo que nosotros creíamos y esperábamos superó ampliamente las expectativas. Somos una librería joven en Mendoza porque llegamos hace cuatro meses, y hay bastante movimiento. El perfil de la librería es amplio y vienen por títulos de todo tipo. Pero lo más consultado es por títulos juveniles”, resaltó el encargado de la sucursal de Cúspide Mendoza, Carlos Forte, quien también destacó que la apuesta para esta época del año han sido los útiles y material escolar, algo que tiene mucha demanda.
“En lo que se refiere a CDs, se mueve y hay consultas, aunque en menor medida. Evidentemente se ha transformado no sólo en una cuadra, sino en toda una zona literaria, revalorizada por todos los locales”, sintetizó Fortes.