En la madrugada del domingo 28 de mayo, Daniel Sandro Gómez (41) y su ex pareja Nélida Rosa González (35) aparecieron muertos en la vía pública, a mitad de una calle a las afueras de San Martín. Ella estaba sentada al mando de su vehículo con un disparo en la cabeza y él, de rodillas junto a la puerta, a centímetros de la mujer y con dos tiros, uno en el pecho y el restante en la cabeza.
El crimen ocurrió en calle Vior, a pocos kilómetros al este de la ciudad y en principio, la investigación orientó el caso hacia un femicidio seguido de suicidio, resultado de una pareja que atravesaba su peor momento y de una mujer que lo había denunciado varias veces por violencia y amenazas.
Sin embargo, en las últimas horas tomó fuerza la hipótesis que sostiene que en realidad fue Nélida González quien habría llegado armada al lugar. "Aunque hacía unas pocas horas que había ido a fiscalía para denunciarlo por tercera vez, curiosamente es la mujer quien fue a buscarlo esa madrugada y creemos que iba armada", comentó una fuente.
Daniel Gómez y Nélida González estaban casados, tenían dos hijas y hasta no hace mucho vivieron juntos en una casa del barrio Judicial, de San Martín. "Era un matrimonio con problemas. Ella lo había denunciado por amenazas y por violencia, pero era una pareja que iba y venía, que se había arreglado más de una vez", explicaron en fiscalía.
El 9 de mayo la mujer volvió a denunciarlo por amenazas y Daniel Gómez se fue de la casa en la que vivía: en aquel momento, el fiscal Martín Scattareggi ordenó un allanamiento al domicilio que había fijado en Alto Verde, pero no lo encontró.
"Tenía una condena de un año de prisión en suspenso, por abuso sexual y en esos días, me vino a ver", contó un abogado penalista: "Yo le dije clarito que con esa condena más la nueva denuncia, no podía zafar y que iba a terminar preso. Eso lo puso loco".
Gómez se fue a vivir a casa de una amiga, en calle Vior y más allá de que la justicia no pudo dar con él, para los pesquisas es evidente que la pareja siguió en contacto durante esos últimos días, al punto que ella lo denunció por última vez ese sábado, horas previas al crimen. Por eso es que resultaba extraño, que hubiese sido Nélida la que viajó aquella madrugada en su Fiat Palio, hasta la casa en la que Gómez estaba viviendo.
El caso tuvo dos testigos: la mujer con la que vivió Gómez los últimos días y el padre, que aunque convaleciente en una cama de la vivienda, escuchó esa noche el motor de un auto que se detuvo frente a la casa, luego un bocinazo, a Gómez que salió y enseguida, tres disparos.
Si bien la primera hipótesis hablaba de un ataque de Gómez a su ex pareja (femicidio seguido de suicidio), la investigación dio un giro, ya que la idea que tomó fuerza es Nélida llegó armada y habría realizado el primer disparo, un balazo que impactó en un pulmón del hombre.
Tras ello, se habría originado un corto forcejeo entre la mujer, que estaba dentro del auto, y Gómez, que se encontraba fuera. En medio de esa disputa, la mujer recibió un tiro en la cabeza y enseguida el hombre hizo un tercer disparo en su parietal para quitarse la vida.