“A veces surge durante las charlas, la necesidad de devolver a la sociedad, algo de lo mucho que esta institución recibe, y esa reflexión nace de los mismos muchachos discapacitados, ellos sienten que pueden hacer algo importante por los demás”, cuenta Fernando Alin, en la puerta de Centro Amigos del Discapacitado Motor (Cadim), mientras invita a pasar a uno de sus talleres, donde por estos días se fabrican bastones para regalar al hospital Perrupato.
Cadim está en San Martín, tiene sus instalaciones muy cerca del palacio judicial y hasta allí llegan pacientes de toda la región, que son atendidos por un grupo de profesionales y que reciben tratamiento para paliar severos problemas motrices o cerebrales.
Se trata de personas con graves dificultades y sin embargo, lejos de rendirse frente a la adversidad, redoblan esfuerzos para intentar salir adelante y así, un grupo decidió trabajar en la construcción de bastones y porta bastones, que Cadim entregará en los próximos días a la cooperadora del hospital Perrupato y también al hogar de adultos mayores Felipe Llaver.
La idea nació hace casi dos meses, desde entonces y por las tarde, un grupo de siete muchachos de Cadim se reparten durante una hora, la tarea de construir bastones y porta bastones, que se arman a partir de elementos reciclados, como suelas de goma, escobas y tutores de viña. La tarea está casi terminada y pronto serán regalados.
“Para nosotros es una actividad que implica diversos aspectos desde lo terapéutico a lo laboral, pero también resulta importante el gesto solidario que implica ofrecer un bastón a aquel que lo precisa o la imaginación que cada uno pone a la hora de construir las piezas sobre las que trabajan, donde dejan su impronta ya sea en el lijado de la madera, en el encastre de la empuñadura o en la pintura de la pieza una vez terminada”, explican en Cadim.
Así y como en una línea de montaje tradicional, tres veces por semana cada miembro de ese proyecto solidario atiende su tarea y aunque las dificultades suponen un esfuerzo de trabajo notable, es precisamente eso lo que vuelve al resultado mucho más meritorio.
Florencia, de 24 años, lija con paciencia una madera junto Ramón, que tiene 58 y es el más grande del grupo; un poco más allá, Ángel corta un trozo de goma para la base de algún porta bastón, mientras María Gracia pinta alguna pieza y Luis, el fortachón del grupo, encastra una empuñadura a la vara de madera y luego coloca un regatón de plástico en el extremo, para evitar que el bastón se deslice.
El trabajo requiere de la paciencia en cada uno de los participantes, pero todos lo disfrutan; además y para evitar accidentes graves siempre está presente algún colaborador, aunque nunca falta un martillazo en un dedo, gajes del oficio para estos esforzados aprendices de carpintero.
Además de la voluntad de los jóvenes, también está la solidaridad de algunos empresarios o amigos de Cadim que colaboran con la institución: “Lijas, tutores de madera, pintura, pinceles, goma, hay un grupo de amigos que colabora con los materiales y a eso le sumamos el dinero de una campaña de recolección de botellas plásticas que hacemos”, explica Alin.
Muchos de los bastones están prácticamente terminados y el resto, se encuentra en las últimas etapas de armado: “Vamos a llevar unos veinte bastones a la cooperativa del hospital Perrupato y otros tanto al hogar de adultos mayores Felipe Llaver. Sabemos que es mucha la gente que los precisa y que a veces, no tiene el dinero para comprarlos”, dicen en Cadim, entusiasmados, profesionales y pacientes, con los resultados del proyecto.