Nada es casual en esta fiesta interminable de San José. Nada es casual porque justamente vivió un momento inolvidable en uno de los templos del básquetbol de Guaymallén, donde crecieron grandes estrellas de esta disciplina y tampoco es casualidad que el Santo haya sumado su segundo festejo en menos de siete días.
Fue 68-62 sobre un Rivadavia que no se dio por vencido hasta los segundos finales, pero que no le alcanzó para poder volver a celebrar en el ámbito doméstico.
De principio a fin, fue un partidazo, digno de una final, entre dos equipos que se conocen y mucho, pero que de la mano de un Garza Rubia intratable en los momentos decisivos, el Santo pudo sacar adelante la historia para liquidar la serie final 2-1, frente a un quinteto Naranja que por momentos abusó demasiado de sus lanzamientos perimetrales.
Este nuevo sueño que se le concreta a San José no es casualidad. En su patria se respira compromiso, entrega, sacrificio y mucho amor por una camiseta que decididamente volvió a ocupar los primeros planos de nuestro básquetbol.
Un sueño cumplido, ese que empezó a trazarse a mediados de 2008 y que por la perseverancia de Mario Díaz y compañía, anoche pudo hacerse realidad. Pero la historia no termina aquí para el Santo. Ahora tiene en mente otra definición, ser campeón del Federal, torneo en el cual ya tiene plaza.