Pasando Mina Clavero, Nono, Las Rabonas, Los Hornillos, Las Rosas y Las Tapias -entre otras hermosas localidades- se ubica San Javier. Es un lugar único para disfrutar el próximo verano, que se han protegido por sus angostas callecitas de tierra, rodeadas de enormes árboles.
A ambos lados del camino llaman la atención antiguas casonas de estilo inglés y ranchos de adobe. La iglesia, frente a la plaza, tampoco pasa desapercibida. Pero sin lugar a dudas más que en las montañas -acompañadas casi siempre de nubes regordetas- que se tiñen de color magenta cuando cae el sol.
Para bajar el ritmo acelerado de la ciudad, lo ideal es empezar a correr a paso lento en el "centro" de San Javier. El paseo empieza en la plaza principal, rodeada de bonitos negocios que vale la pena visitar aunque sólo hayamos visto. Los Olivos Arte Popular, Oveja Negra y Cactus son algunos de los lugares que ofrecen objetos de moda hechos a mano. Todos trabajados con madera, cuero, cerámica negra, lana de oveja y llama, alpaca y plata.
Frente a la plaza también se ubica la iglesia, que data de 1910 y se encuentra en perfecto estado de conservación. También hay una pulpería, un supermercado, un paseo de compras, una panadería que además de preparar exquisitas facturas, mantecol artesanal y restaurantes. Incluso hay caballos y burros, por si alguno se cansa de caminar. La plaza es el lugar de encuentro, el centro de reunión.
Pasando este punto, sobre la ruta encontramos la Casa de la Cultura, una antigua construcción con un gran mural de Alicia en el país de las Maravillas. Y a lo largo de todo el pueblo se distinguen preciosas casas de siglos pasados que afortunadamente fueron conservados por sus habitantes y que dan a San Javier un encanto particular.
Música, por favor
Comentan que por las calles de San Javier se suele ver a grandes personalidades, como Fito Páez. Lo cierto es que en distintos lugares suena buena música en vivo de artistas locales.
Dos de ellos son Madrinas y Jazzyficadores. El primero está integrado por dos hermosas mujeres: una toca el piano y la otra la guitarra, y entre las dos crean dulces sonidos. El otro es una banda de jazz que interpreta temas conocidos. Escuchar su versión de la canción What a wonderful world, justamente en San Javier y bajo un cielo lleno de estrellas, es increíble.
Dolores Mendieta es una joven y talentosa artista plástica, oriunda de Buenos Aires, que vive desde hace 10 años en San Javier. Tiene una casa abierta al público, donde se puede ver algunas de sus obras.
En sus trabajos se manifiesta una constante indagación sobre la identidad latinoamericana, el realismo social y el realismo mágico, y últimamente se incursiona en una simbología personal relativa a los mundos sagrados.
Naturaleza viva
En San Javier no hay grandes ríos, pero sí algunos arroyos que bajan de las sierras y sirven para refrescarse durante las calurosas tardes de enero y febrero.
Para los amantes de las caminatas, existen muchas alternativas. Una es subir el cerro Champaquí, un trekking de alta dificultad que sólo puede hacerse acompañado de una guía. Pero también hay opciones de menor dificultad.
Por ejemplo, el ascenso al Puesto Ferreyra o el Cerro de la Cruz, que se exige unas horas y medios. También se puede pasar por la Quebrada de Ambrosio, un lugar ideal para tomar amigos y pasar una hermosa tarde.
Cada tarde, en San Javier, ocurre algo maravilloso, en el momento en que se muestran los tonos de los tonos marrones, el tono más intenso, el color violeta y, finalmente, los colores azules. Un espectáculo totalmente gratuito, apto para todo público.