En la Argentina, alrededor de las 22.30 de la noche del 10 de octubre pasado, desde la angustia hasta las 20.29 de la misma velada se pasó al triunfalismo sin escala intermedia. La Selección terminaba de atravesar un campo minado que había traído hasta el presente la evocación de aquella tarde nefasta del 31 de agosto de 1969, cuando se había perdido la clasificación al Mundial de México 1970. El escenario del duelo decisivo había cambiado de La Bombonera al Olímpico Atahualpa, de Quito, pero aún sobrevivía en el inconsciente colectivo del hincha argentino la desmitificación del supuesto poder definitorio en el cual se había investido al estadio de Boca Juniors para el choque previo contra el Perú de Ricardo Gareca.
La épica futbolera se corporizó en un Lionel Messi bestial y en plena dimensión de sus excepcionales cualidades. Tuvo ante los ecuatorianos aquello que siempre se le reclamó en el imaginario popular: un protagonismo determinante - el cual incluyó tres goles - a la usanza de los personajes mitológicos, los que tanto se le adosaron a la figura legendaria de Diego Maradona. Ahora sí, tras el pitazo final en la altura quiteña, Leo había conquistado definitivamente a los corazones más esquivos que aún se le negaban dentro del núcleo negador de aficionados argentinos que lo criticaban despiadadamente.
Jorge Sampaoli tuvo un doble premio tras el 3-1 revividor frente a Ecuador. No sólo fue el pase directo a Rusia 2018 - evitando el repechaje - sino que también se trató de la reivindicación completa de la nave insignia del seleccionado nacional, quien logró el reconocimiento unánime como tantas veces le había sucedido durante su brillante carrera en el Barcelona. Ahora, al entrenador le toca reordenar las piezas y bajar las tensiones, más que nada porque su alto nivel de exposición pública - propio del cargo que ocupa - lo obliga a tomar decisiones con el menor margen de error posible. Un yerro, desde aquí en más, puede abrirle una brecha con su proyecto integral con miras a llegar de la mejor manera posible a la próxima Copa del Mundo.
El DT ya se había ganado el mote de polémico a partir de sus ensayos y la publicidad de sus viajes a Europa para reunirse con los jugadores. Una fuente confió oportunamente a este espacio que esa modalidad de encuentro con los futbolistas fue analizada por psicológos cercanos al cuerpo técnico, quienes la observaron como saludable y para ser expuesta ante el afuera sin necesidad de ocultarla. Será en estos meses de ajuste cuando este tipo de detalle volverá necesariamente a ser analizado con minuciosidad. Los jugadores que se hallan en el viejo continente tendrán competencia plena durante el verano europeo, mientras los que se mueven en el medio local contarán con un parate desde fines de noviembre próximo hasta mediados de febrero del año entrante. En consecuencia, el grupo de entrenadores y colaboradores tendrá que preveer sendos planes de trabajo en forma diferenciada.
En diálogo, toda una constante del vínculo entre Leo y el casildense. (Archivo)
Una de las frases que dejó mensajes entrelíneas tras la última conferencia de prensa, realizada el viernes pasado en el predio Julio Humberto Grondona, fue cuando el director técnico se refirió al modo de ocupar posiciones en ofensiva cuando se despliega el ataque. Sampaoli destacó que "la clave pasa por los estilos y no por los sistemas porque éstos se deforman todo el tiempo". Entonces, para darle un valor agregado a su definición en el espacio de la AFA, en Ezeiza, el casildense amplió la respuesta: ´´Vamos a atacar con seis y a defender con cuatro, así nos descomponemos cuando atacamos y nos componemos cuando defendemos''. La figura de un virus que se expande dentro del organismo parece la más apropiada para esclarecer cómo planea el estratega que será el movimiento armónico del equipo sin que haya un orden lógico, sino todo lo contrario. ''No debemos estar establecidos para atacar, porque si no, no atacás'', agregó frente a la rueda de periodistas.
Argentina aprovechará la próxima fecha FIFA para jugar dos amistosos en suelo europeo, el 11 y el 14 de noviembre, respectivamente. Para el primero, en el estadio Lutznikhi, de Moscú, frente al seleccionado anfitrión, se mantendrá la base del equipo pero se le sumará Sergio Kun Agüero, quien parece estar recuperando su volumen de juego y su capacidad goleadora en el Manchester City. No será el momento para el retorno de Gonzalo Higuain, de quien el técnico espera que siga la curva ascendente que mantiene en la Juventus hasta que supere el bloqueo psicológico que le generó el quedar ridiculizado en las redes sociales por el hincha argentino. El interrogante pasa a ser el de Paulo Dybala, compañero del Pipita en la Juve, porque le urge restablecer el vínculo con su fútbol tras la fallida doble experiencia en las recientes eliminatorias de la Conmebol ante Uruguay y Venezuela. En cuanto al segundo encuentro, aún no está definido quién será el rival y dónde se disputará.
Sampaoli pone énfasis permanentemente en que el futbolista se suelte y exprese lo que mejor le sale en el momento que así lo considere. En la teoría parece sencillo, pero en la práctica es complejo que esa combinación de stress, adrenalina y presión se reconvierta hasta transformarse en energía positiva. ´''Hay que provocar que el equipo se quite la mochila y sea feliz, explotar el talento y conectar a los futbolistas con el juego'', agregó. Y ésta será la gran apuesta para dentro de ocho meses. Quizá, en el último Mundial a pleno de Messi. El que interiormente se presume que - ¿por qué no? - pueda terminar con Leo alzando la Copa.
