El deporte tiene la insana costumbre de convertir en héroe, en ídolo a aquellos humanos que se destacan por sobre el resto sin importar más nada. Se olvida que el ser humano es un todo en el que su profesión es sólo una parte.
La sociedad reflejarse en un exitoso y no importa más nada. Una grieta importante de nuestros tiempos se ha dado entre los Maradonistas y los anti Dieguistas. “A mí sólo me importa lo que hizo en la cancha”, dicen unos, mientras que los otros detestan su histrionismo y su declaratoria.
Esta semana tuve la oportunidad de entrevistar al ex boxeador Gustavo Ballas. Un deportista que tuvo todas las condiciones para hacer historia en su disciplina y de hecho llegó a ser campeón del mundo, pero que a los 23 años en la cúspide de su carrera se dio cuenta que no estaba preparado para todo lo que la sociedad mercantilista le "ofrece" a sus ídolos, Un banquete parecido al de la Antigua Grecia, aunque con más excesos que un plato de comida.
El villamariense cuenta que se dio cuenta lo mal que había hecho las cosas en su vida, cuando se despertó un día en la cárcel y sólo era visitado por el taxista al que había robado con un arma de juguete. "Me decía que era su ídolo", asegura.
Hoy, Ballas le devuelve a la sociedad lo que la sociedad hizo por él y trabaja en la recuperación de jóvenes adictos y con la humildad que mamó de chico en un hogar en el que nunca hubo madre y sí un padre que crio sólo a cinco hijos, decidió que tenía que volver a la escuela. Como contrapartida, el país se encontró con la desagradable actitud de Jorge Sampaoli, director técnico de la Selección Argentina de fútbol, que ha olvidado esos inicios en los que dirigía a un equipo de barrio y se subía a los árboles para poder hacerlo. El ascenso en su carrera parece haberlo mareado.
Y no me refiero al hecho en sí, que es totalmente repudiable sino a lo que vino después. Porque ante el escarnio público, el santafesino salió a mostrarse arrepentido o eso se quiso hacer ver desde la AFA, de donde rápidamente se emitió un comunicado en el que había arrepentimiento por haber denigrado a un oficial por cobrar “100 pesos por mes”.
Pero unas horas después, Sampaoli apareció en Chile dando una charla para un grupo de hinchas de la Universidad de Chile. equipo al que dirigió antes de llegar a ser el técnico de la selección de su país y lanzó: “Fue un hecho totalmente menor, que fue solamente una discusión, pero lamentablemente hoy se valoriza mucho (ese tipo de hechos). Estamos en una sociedad de mucha división, de mucha envidia, de ver cómo al otro le va mal...” Muy lejos del arrepentimiento que se nos había hecho creer desde la AFA. Un dato que pocos conocen es que el padre de Sampaoli era policía y que el propio entrenador aseguró que sino hubiera sido por eso, “yo hubiera sido un desaparecido más”.
Sampaoli tiene que entender que es una persona pública y que por ello es una persona a la que se la estará mirando en forma permanente. Además, como líder de un grupo, tiene que mostrar una línea de conducta que al menos en esta oportunidad no la mostró. Que no tenga que llegar a darse cuenta con un golpe como le pasó a Ballas.
Sampaoli ha perdido autoridad y lo peor, le dio la razón a aquellos que fueron sus principales detractores cuando su nombre se mencionaba para llegar a la selección. Fue en ese momento en donde Borghi, Bilardo y Maradona, entre otros, aseguraron que el casildense “no era buena persona”.
Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras y Sampaoli con el ya remanido “ganás 100 pesos por mes”, deja en claro que para él, la gente vale por lo que gana y deja el mensaje que nunca convocaría a la selección a un jugador que no gane fortunas. Muy gráfico fue César Luis Menotti sobre la situación: “Si él viniera de una sociedad de élite, el exabrupto es más común, pero en él, no correspondía”, dijo el Flaco recordando que el técnico del equipo nacional es conocido por su pensamiento de izquierda y su defensa de las causas sociales.
Pero nada pasa porque el fútbol es un deporte en el que el respeto no se conoce . Nelson Vivas lo dejó claro esta semana. “No se respetan los contratos y nadie te defiende, dijo al contar que se alejará de la actividad y fue más allá. “Sin estabilidad no hay nada, nada. ¿Por qué creen que Alemania tiene selecciones tan poderosas? Porque tienen modelo, escuela, búsqueda, proyección y estabilidad”. Clarísimo.
Mientras, a nivel mundial, llega la noticia que George Weah, aquel gran goleador de los ‘90, se ha convertido en presidente de su país, Liberia, con el propósito de que los valores que le dio el deporte sirvan para frenar la violencia que hay en ese país. Algo parecido pasó hace un tiempo con Didier Drogba, el referente deportivo de Costa de Marfil, consiguió frenar una guerra civil con un mensaje.
Justamente el marfileño fue el primero en saludarlo. “Enhorabuena señor George”, escribió Drogba, gloria reciente del Chelsea y de la selección marfileña.
“Gracias Didier por tu apoyo, los dos estamos preocupados y somos conscientes del destino de nuestros pueblos. Sigamos el mismo camino”, respondió Weah.
Y en España hace tres años un juez de la Suprema Corte renunció a su cargo por pasar un semáforo en rojo, más allá de que ni siquiera le pusieron una multa.
Eso en Argentina parece un cuento de ficción.