Sambódromo, la casa de los sudamericanos

Llegar a la copa del mundo para alentar a su país fue el sueño de los sudamericanos. Por eso, miles de argentinos, chilenos y uruguayos coparon las distintas las ciudades.

Sambódromo, la casa de los sudamericanos
Sambódromo, la casa de los sudamericanos

El gran desafío para muchos fue cómo llegar a Brasil. Avión, ómnibus de línea y autos particulares fueron las alternativas más utilizadas. Sin embargo, Río de Janeiro, principalmente Copacabana, se vio desbordada por ‘motorhomes’, que le dieron a la ciudad balnearia un toque distinto. Y los brasileros quedaron enamorados con este tipo de vehículos. Piden subir y conocerlos por dentro, preguntan por modelos y buscan asesoramiento.

Según las Policía Federal, han ingresado al país carioca más de 800 motorhomes, mayoría de argentinos, muchos chilenos y también uruguayos.  El punto de encuentro fue la avenida atlántica en Copacabana. Esto derivó en un caos en el tránsito diario de la ciudad. Tras varios días de aparcamiento de este tipo de vehículos, las autoridades decidieron llevar los motorhomes, casillas rodantes y 4x4 al Sambódromo, lugar histórico de Río de Janeiro. El lugar ofrece seguridad, baños con duchas y han habilitado una serie de negocios gastronómicos. Para los dueños y pasajeros de los vehículos el cambio no fue tan positivo, ya que todos los días tras dormir, abrían la puerta y tenían los pies sobre la arena de las playas mágicas de Copacabana.

El nuevo hotel

En el sambódromo, por día, duermen más de 70 vehículos. El resto está siguiendo a su selección por alguna de las sedes. Otros  están fijos en este lugar y sus pasajeros alquilan autos para dirigirse hasta la ciudad donde se disputa el encuentro de su país. En las playas de estacionamiento del Sambódromo se genera una amistad entre todos los pasajeros. A la hora de la cena, principalmente, llega el momento de generar lazos. Desde el vehículo que tiene problemas con la electricidad, hasta el que tiene un problema con el gas y otros con el paso del agua. Los entendidos se ayudan mutuamente, se prestan herramientas y buscan soluciones colectivas. Mientras tanto, comienza el show gourmet. Parrillas móviles por doquier son la mayor atracción de la escena. También aparecen planchas y freidoras móviles. Los argentinos, fiel a sus costumbres, eligen el asado. Es una marca registrada.

Estilistas en acción

En el medio de los motorhormes una maquinita de cortar pelos se robó todos los aplausos. Los chilenos Hernán Ritcher, Rodrigo y Alejandro Aquebequia y Cristián Suárez llegaron en un utilitario y se instalaron en el camping. El cemento no fue impedimento para montar sus carpas. Como plus, el papá de la delegación se sometió a un corte de pelo a la vista de todos por parte de unos de sus hijos que se disfrazó de peluquero para la ocasión.

La parrilla infaltable

Desde Curicó, República de Chile, llegó la familia Ramírez. Rodrigo, Felipe y Rodrigo -hijo- no dudaron un segundo y prendieron el fuego ante las miradas de todos. Fueron los pioneros de una larga noche que terminó en intercambio de fernet, vino y pisco. Con respecto a la entradas, a coro dijeron: “no podemos comprar tickets en reventa. No bajan de los mil dólares. Y más ahora que está lleno de chilenos. Esperamos no cruzarnos con Brasil en octavos. La Roja nos tiene ilusionados”.

Una fiesta canalla

Proveniente de la “Chicago” Argentina, cuatro “ultracanallas”, todos simpatizantes de Central llegaron con entradas salteadas para los juegos de Argentina. El menú de los rosarinos fue carne con verduras al vapor. Un lujo para este tipo de campamentos. Es más, hirvieron tantos choclos que argentino que pasaba por su carro se retiraba degustando uno. El grupo estaba integrada por Fede Ferrarini, Román e Iván Fontana y Gonzalo Acosta. “La zanella de Sabella” así le pusieron a una motito 50 cilindradas que trajeron para moverse por todos los rincones de Río de Janeiro.

Román contó: “Estar en la avenida atlántica fue un lujo. Estacionábamos en una estación de servicio. Nos cobraban 120 reales por noche. Pero, los brasucas ni agua nos daban. Un día nos levantamos temprano y nos fuimos al centro a realizar compras. Llegamos a nuestra casilla y estaba toda la Policía levantando los motorhomes con guinches y grúas y los traía hasta acá. Pasar de Copacabana al Sambódromo fue un retroceso gigante. El Mundial se vive allá. Acá, uno se relaja y vive de otra manera. Nosotros zafamos porque llegamos justo, ya nos habían bajado la Zanellita y las bicicletas. Nunca nos trataron mal. Nos trajeron hasta acá que esto es totalmente gratis.

De Tandil a puro carbón

Como si fuera la salida de cualquier estadio argentino. Los argentinos que llegaron desde Tandil, Luciano Baldanza; Juan Bartolín; Fabricio Leone, el Tano Wohler; Juan Fumagali y Edi Brownser, sacaron a relucir un chulengo y comenzaron a prender el fuego para la envidia de muchos. Cuando las brasas ardieron, diferentes tipos de carnes fueron a para a la parrilla.  Los chicos comentaron que llegaron el viernes anterior al debut de Argentina.

Todos estuvieron en el Maracaná pero no fueron ni a Belo Horizonte ni irán a Porto Alegre. No tienen tickets. Se quedarán hasta octavos de final siempre y cuando nuestro equipo salga primero. En su diálogo con Más Deportes, Luciano, el encargado de contratar el motorhome, explicó: “Nos quedamos hasta octavos de final en San Pablo. Tenemos un amigo y en estos momentos ya hay entradas en reventa. Tendremos que pagar una monedita más. Pero el esfuerzo vale la pena”.

Así es la nueva vida del Sambódromo. Camaradería, amistad, solidaridad y hasta recolectores de residuos que pasan a diario para limpiar la zona, hacen una historia de vida diferente, una experiencia única, algo que sólo te puede brindar una cita futbolística como es un mundial.

"Brasil está preparado para realizar el Mundial"

Típico ciudadano brasilero. Simpático, amable y amante del fútbol. Se trata de Miguel Ángel Núñez, hincha del Botafogo y encargado de la recepción y logística de visitantes extranjeros en el sambodromo. Miguel recorre casilla por casilla para averiguar si los huéspedes del Sambodromo necesitan algo.

Obviamente, la mayoría le invita un trago de vino, fernet o pisco. Cualquier gesto sella una amistad que se genera día a día. “Acá todos tienen, principalmente, seguridad, agua, duchas y un lugar cómodo para bajar sillas y mesas para poder comer tranquilamente. Brasil demostró que está capacitado para realizar estos tipos de eventos internacionales”.

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