La política mendocina debe ser observada en estos días desde dos puntos de vista. Por una lado no se puede dejar de lado que el calendario electoral marca una convocatoria muy cercana ya, la de las PASO nacionales del 9 de agosto, para las que oficialismo y oposición se preparan con diferentes expectativas y necesidades. Pero, por otra parte, está lo más importante: la transición hacia el cambio de mando político de diciembre, en la que cobra suma importancia la delicada situación financiera de la Provincia. El diálogo que iniciaron un día después de las elecciones Pérez y Cornejo no puede, sin embargo, disimular desconfianzas y algunos rencores que en política muchas veces suelen prevalecer sobre los intereses comunes.
El Frente para la Victoria observa las próximas primarias como una clara posibilidad de revancha luego de la derrota provincial del 21 de junio. En realidad, es un estímulo para tratar de terminar el año decorosamente, porque el desafío y la verdadera revancha debería tenerla el oficialismo mendocino cuando se convoque a una nueva elección provincial.
La oposición, en cambio, tratará de mantener su predominio luego del buen triunfo en las urnas con la fórmula que encabezó Cornejo, pero la mayor preocupación pasa por determinar cómo recibirá el gobierno en diciembre Cornejo en virtud de las dificultades financieras de la provincia y la elevada deuda.
Buscando un referente. Está claro que el oficialismo provincial sabe que tiene que buscar una nueva oportunidad tanto en las primarias de agosto como en las generales de octubre, pero todos en el Frente para la Victoria (los pocos ganadores y los muchos perdedores) saben que sin un conductor claro, una figura que convoque y encolumne detrás de él, será difícil lograr un buen resultado electoral. De ahí la decisión de apostar directamente al vínculo con el presidenciable Daniel Scioli y su equipo de campaña.
Este fin de semana desde el gobierno provincial se encargaron de difundir una encuesta, de un analista vinculado al PJ, que otorga 37,10 por ciento de intención de voto a la fórmula Scioli-Zannini en Mendoza y 28,50 a la de Macri-Michetti, quedando en un muy lejano tercer lugar el izquierdista Altamira con sólo 6,60 por ciento. Si bien es una tendencia favorable al bonaerense que ya advertían encuestadores independientes antes de la elección general de junio, los más prudentes sugieren esperar mayor cercanía con las PASO para observar las preferencias de los mendocinos en cuanto a los principales presidenciables.
En la semana, los referentes del oficialismo provincial se trasladaron, en sintonía con el marco de unidad actual, a la sede operativa del sciolismo, en el edificio del Bapro ubicado en pleno Centro de la ciudad de Buenos Aires. La reunión con el precandidato presidencial permitió romper el hielo y ponerse en marcha hacia las cercanas elecciones.
Después de la reconciliación con Cristina Fernández y su entorno, que permitió la influencia presidencial en el armado de las listas a candidatos nacionales y al Parlasur y que dio al oficialismo local los recursos y el respaldo que necesitaba para la reciente campaña, ahora le tocó el turno a Daniel Scioli quien, con su ambición de ser el verdadero jefe de un nuevo ciclo político en el país, si logra triunfar en las próximas presidenciales, sentó en su amplia mesa a quienes le fueron leales desde hace mucho y a quienes, como en el caso de los kirchneristas más puros, poco y nada lo aceptaban pero que después de la bendición presidencial al ex motonauta, ahora tienen que aceptar y apoyar.
Más allá de diferencias, que buscaron ser definitivamente salvadas en dicha reunión, a Scioli lo que más le interesa es que el peronismo mendocino lo ayude a ganar en esta provincia. Esto, no sólo pensando en sumar votos que complementen la fundamental batalla en la superpoblada provincia de Buenos Aires, donde teóricamente se debería definir la elección sino, también, para poder mostrar respaldo político en provincias importantes, como Mendoza, con más razón si Scioli, si es presidente, cumple con su promesa de formar un gabinete con representación federal, es decir, de las provincias y con acento en la producción.
Desvelo por las cuentas provinciales. En el radicalismo, en cambio, eje del espacio opositor en Mendoza, no preocupa tanto la campaña hacia las primarias de agosto, en las que, obviamente, la prioridad es repetir la buena elección de junio, sino el complicado panorama que presenta la larga transición hacia el cambio de mando, en diciembre.
A pesar de la cordialidad entablada con Pérez desde la misma noche de su triunfo, Cornejo no deja de marcar las diferencias que históricamente ha venido manteniendo con las dos administraciones justicialistas durante los últimos ocho años.
Sostiene públicamente el futuro mandatario que “todos los meses se acumula un rojo mensual superior a los 300 millones de pesos”. Y si bien muestra predisposición para ayudar al gobierno que se va a cumplir con sus obligaciones, tiene que hacerse cargo de los temas que está dejando su gestión. “Mi plan es que él (por Pérez) se vaya de la mejor manera posible y yo empiece de la mejor manera posible”, sentenció ayer en una entrevista radial. Y reclama para ello información de lo que le debe la Provincia “a cada proveedor y a cada municipio”.
Es probable que se llegue a un acuerdo legislativo para completar la aprobación del presupuesto 2015, postergado por el justicialismo en el Senado a raíz de la cláusula impuesta por la UCR para el financiamiento de las PASO provinciales. Pero surgen dudas entre diputados y senadores del oficialismo sobre la posibilidad de un endeudamiento autorizado, a través del Banco Nación, de modo que Pérez se vaya con las cuentas más saneadas y Cornejo arranque con recursos a mano y autorizados para hacer frente a obligaciones que su antecesor no alcance a saldar o directamente no le blanquee.
El godoicruceño sostiene enfáticamente que a pesar de las reuniones con el Gobernador y de los periódicos encuentros de partes por los números, no hay una transición ordenada, sino "sólo gestos". Aduce que no se advierte desde el Ministerio de Hacienda buena información.
Francisco Pérez pretende que esa posibilidad de endeudamiento se concrete y para ello requiere, más que del acuerdo partidario y el número de legisladores reglamentario, de la buena predisposición de sus propios cuadros para esa aprobación. Aseguran fuentes del oficialismo que más de un legislador ha expresado que no habría que darle al futuro gobernador tantas facilidades, pero lo hacen en la mayoría de los casos recordando las presiones que la oposición radical ejerció desde las bancas legislativas casi siempre respondiendo a iniciativas inspiradas en el líder departamental y ahora gobernador electo.
Dos salvatajes necesita el justicialismo mendocino. En lo político, con la gran apuesta a la imagen de Daniel Scioli, en quien encuentra al referente que en estas tierras hoy en día no tiene, porque los líderes perdieron y los que quedaron en pie aun no proyectan liderazgo más allá de sus respectivos territorios. En cuanto a la gestión, también el oficialismo necesita un salvavidas para terminar en diciembre con cuentas claras, para lo cual necesitará de un crédito que no es fácil de obtener en esta Argentina de fin de ciclo.