María Fernanda Arentsen fue quien, gracias a un contacto con el grupo Ecológicos Unidos, puso manos a la obra para poder trasladar al oso polar Arturo a una reserva de Canadá.
Así, durante varios meses hubo conversaciones de esta reserva y otra organización animalista con el gobierno de Mendoza para poder realizar el traslado.
“Si no pudiera viajar a Canadá, hay otros santuarios en el mundo que se han ofrecido a adoptarlo, pero Canadá es uno de los países más livianos que hay con respecto a exigencias sanitarias”, reconoció a Los Andes Fernanda en aquella oportunidad.
Un año más tarde, y pese a todas las gestiones que se hicieron y las manifestaciones de los grupos ambientalistas -hasta Greenpeace participó de los reclamos-, Arturo todavía sigue en el Zoo mendocino y hay pocas probabilidades de que sea trasladado, ya que según argumentan desde el gobierno mendocino, la avanzada edad del animal pondría en riesgo su vida.