Saludable tendencia no reeleccionista en América Latina

Mientras que con el auge del populismo América Latina se vio arrastrada por una fiebre reeleccionista, ahora está ocurriendo la tendencia contraria. Varios países, como Brasil y Colombia, propician eliminar las reelecciones y eso parece un corrimiento ins

Saludable tendencia no reeleccionista en América Latina

El gobierno de Dilma Rousseff impulsa, en el ámbito legislativo de Brasil, un importante cambio de rumbo en el plano institucional con la eliminación de la reelección consecutiva tanto para presidente de ese país como para gobernadores y alcaldes. La iniciativa avanzó ya en primera instancia parlamentaria. Apunta el gobierno brasileño a generar alternancias e impedir la perpetuación de dirigentes políticos en sus cargos.

La decisión tomada por Rousseff, en un momento difícil de su gestión y con su popularidad en baja, se suma a debates que en el mismo sentido se están produciendo en Colombia y a la ya instalada modalidad de no reelección inmediata que rige en países institucionalmente sólidos, como Uruguay y Chile.

Una tendencia que comienza a instalarse en el plano institucional de la región luego de una fuerte oleada que hizo que regímenes políticos fuertes buscaran la perpetuidad en el poder amparándose en el voto democrático de la ciudadanía a comienzos de este siglo. En ese aspecto, la influencia de los gobiernos "bolivarianos" encolumnados detrás del venezolano Hugo Chávez fue vital para semejante deterioro.

Desde la reforma constitucional venezolana, de 1999, el populismo regional provocó una especie de fiebre reeleccionista que fue tomada como ejemplo en otros países y terminó provocando la debilidad institucional que hoy advierten quienes optan por tomar el sentido contrario.

En la Argentina, esa búsqueda de la continuidad por más de dos períodos, como fija actualmente nuestra Constitución, no prosperó gracias a los resultados de las elecciones parlamentarias de 2013, con las que se abortó desde la oposición la iniciativa kirchnerista de impulsar una nueva reforma de la Carta Magna para favorecer un tercer mandato consecutivo de la actual presidenta, a la que el oficialismo se aferraba después de la muerte de Néstor Kirchner.

Es que, indudablemente, si aún viviera el ex presidente, posiblemente hubiéramos asistido los argentinos al intento de continuidad matrimonial indefinida en el manejo del Estado.

La noción de alternancia en el ejercicio del poder se encuentra en la esencia misma de la vida republicana mientras que, en cambio, el continuismo suele derivar en distorsiones de difícil corrección, como la concentración excesiva del mando y la conducción a un inevitable presidencialismo exacerbado. La Argentina, en tal sentido, muestra hoy en día un claro ejemplo de esa anomalía institucional.

A las puertas de un proceso electoral que deberá hacer que los argentinos elijamos un modelo político para los próximos cuatro años, la ciudadanía deberá tener muy en cuenta desde ahora y hasta las elecciones primarias de agosto los aspectos relacionados con el cuidado institucional que expongan los distintos candidatos.

Porque con el afán reeleccionista los líderes que promueven ese estilo de gobierno no sólo buscan perpetuarse en el cargo sino que desprecian y menoscaban toda formalidad necesaria para una sana convivencia republicana.

Es de esperar que esta búsqueda de alternancia política que impulsan en Brasil al abolir las reelecciones desparrame en la dirigencia argentina una necesaria autocrítica de sus métodos y abusos tan comunes en el ejercicio de la función pública.

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