De acuerdo con lo señalado por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, la intención de una reforma electoral es el fortalecimiento de las instituciones democráticas comenzando por nuevos mecanismos que ordenen y den más transparencia a los procesos electorales en el país.
El funcionario del Presidente Macri sostuvo que "el objetivo claro es que (el año próximo) votemos distinto en la Argentina", precisando que "hay una demanda muy concreta de la ciudadanía que no se puede desoír", en alusión a una mayor transparencia en los procesos que llevan a cada cita a los argentinos para cumplir con el voto.
Debe recordarse, posiblemente como ejemplo de lo que quiso definir con sus conceptos el ministro Frigerio, la escandalosa jornada comicial del año pasado en la provincia de Tucumán, durante la votación para autoridades de esa provincia, que desnudó y blanqueó falencias muy graves desde el punto de vista organizativo y, lo peor, blanqueó la corrupción y el fraude como mecanismos institucionalizados y enquistados en el país para favorecer a determinado candidato.
Los tres ejes centrales de la reforma política y electoral que el ministro del Interior planteó en la reunión con los representantes de las provincias fueron estos: la implementación de la boleta única electrónica, la creación de un organismo oficial autónomo que remplace a la actual Dirección Nacional Electoral y un reordenamiento del calendario de votación para que en todo el país -remarcó el titular de Interior- se vote en las mismas fechas.
Con respecto a la propuesta de boleta única electrónica, sería importante que de una vez por todas se lograra consenso unificado entre el Estado nacional y los provinciales para que este sistema se ponga en práctica, ya que indudablemente marca un avance hacia el voto pensado basado en candidaturas claras y bien definidas.
Ya hubo experiencias importantes en distintas elecciones de distrito, que se suman a otros métodos superadores también puestos en práctica con éxito, como el de la boleta única. La definitiva erradicación de la antigua lista sábana permitirá terminar en gran medida con uno de los grandes vicios electorales: favoritismos y premio a las lealtades sin importar cualidades y capacidad para ejercer la función pública.
El organismo oficial autónomo que se propone puede servir si realmente su funcionamiento llega a estar en manos de profesionales capacitados y despojados de todo interés partidario. A lo sumo, una representación pluralista de las fuerzas políticas podría ejercer la conducción para garantizar el tutelaje del Estado.
En cuanto a la intención de unificar en el país las fechas electorales, la intención tiene la virtud de terminar con el festival de citas electorales que generalmente responden a conveniencias o especulaciones políticas, pero también debería contemplarse algo que hemos venido sosteniendo reiteradamente desde esta columna: la necesidad de que el electorado de cada provincia se exprese libremente, en fecha separada, por sus candidatos locales sin ningún tipo de influencia o comparación con el poder nacional de turno.
Lo que se podría sugerir, en ese aspecto, es que todas las provincias concurran a las urnas en una misma fecha para elegir a sus gobernadores e intendentes, dejando para otra cita las elecciones presidenciales. Similar método se podría aplicar con las elecciones de medio término, es decir, de legisladores nacionales y provinciales y también de concejales municipales.
Superados estos detalles, es valioso que desde la Nación se haya decidido encarar con tiempo una revisión del sistema electoral, una cuenta pendiente de nuestra democracia de más de 30 años.