La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas. Los problemas de salud relacionados con esta enfermedad representaron más de 5 millones de muertes a nivel mundial en 2019, y más de la mitad de estos decesos se produjeron entre personas menores de 70 años. Para 2030 se prevé que 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 7 hombres vivan con obesidad (es decir, con un índice de masa corporal igual o mayor a 30kg/m2), lo que equivale a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo.
En cuanto a la obesidad infantil, se estima que casi 400 millones de niños y niñas de todo el mundo padecerán obesidad en 2035. Es decir, casi 1 de cada 5. Es por ello urgente actuar en su prevención y tratamiento adecuados.
“La obesidad es una enfermedad con profundas raíces sociales, que requiere una acción decisiva por parte de todos. Ha llegado el momento de actuar sobre nuestro entorno obesogénico y sobre las demás raíces de la obesidad”, afirman desde la Federación Mundial de la Obesidad, con motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se conmemoró el pasado 4 de marzo y este año llevó por lema: “Hablemos de la obesidad, cambiemos perspectivas”.
“Una mejor comprensión de las repercusiones a largo plazo del sobrepeso y la obesidad en las personas, las comunidades y los sistemas sanitarios debe impulsarnos a seguir avanzando en la búsqueda de un mundo más sano. Unas políticas globales e intersectoriales que ayuden a prevenir, gestionar y tratar la obesidad serán vitales para reducir su prevalencia en todo el mundo”, añaden desde la Federación Mundial de la Obesidad.
“La Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada en 2019, indica que en la Argentina 2 de cada 10 niños de entre cinco y 17 años padecen sobrepeso u obesidad”, resaltó la licenciada en Nutrición María José Almada, miembro del comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO). “Estas preocupantes cifras exigen reforzar el trabajo en la prevención, mediante políticas públicas y educación de la sociedad”, añadió.
Consultada sobre los principales factores que han contribuido con el aumento de la prevalencia de la obesidad en la población infantil, Almada apuntó: “Hay dos pilares, que son como las patas de la mesa de esta obesidad en niños: el primero son los alimentos ultra procesados. Es decir, alimentos de muy bajo valor nutricional pero de mucho valor calórico, que a los niños les encantan, como snacks y bebidas azucaradas. Y el otro gran pilar es el sedentarismo”.
La nutricionista expresó que a partir del avance de la tecnología “los niños pasan muchísimas horas frente a pantallas”. “La pandemia nos llevó a que pasemos largas horas frente a ellas, pero ahora el hábito de no salir a jugar al aire libre, hacer deportes u otras actividades parece haberse instalado aún más”, opinó.
En ese sentido, Almada hizo hincapié en la importancia de trabajar en la educación alimentaria tanto de los niños, como de sus padres y maestros. Al mismo tiempo, resaltó la necesidad de mejorar la oferta de los quioscos o cantinas escolares, priorizando alimentos como frutas y verduras y restringiendo el acceso a ultra procesados.
“A quién más tengo que educar es al adulto para evitar un ambiente obesogénico. Si el niño está inmerso en un ambiente de malos hábitos, ese será el modelo que va a copiar”, insistió.
En cuanto a la reciente iniciativa del “etiquetado frontal”, implementada en el país para identificar los alimentos con exceso de azúcares, sodio, grasas y valor energético, la nutricionista hizo hincapié en que aún faltan campañas de educación que expliquen el significado del etiquetado. “¿De qué me sirve a mí saber que dice ‘exceso de calorías’ si alguien no me explica que el exceso de calorías me va a llevar a padecer una enfermedad como la obesidad, que a su vez se asocia con muchas otras enfermedades, como diabetes, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares?”, reflexionó.
“Que el etiquetado esté visible es positivo, pero nos está faltando implementar una política pública que eduque a la población de manera masiva”, prosiguió.
Por otra parte, la especialista indicó que el Consenso Intersociedades para el tratamiento de la obesidad en niños hace foco sobre la importancia de la intervención precoz por parte de cualquier miembro del equipo de salud. “No se debería esperar que vaya el niño a la consulta pediátrica para diagnosticar y comenzar a abordar la obesidad, sino que cualquier especialista debería poder detectarla y hacer la derivación correspondiente”, graficó.
Almada consideró que si bien es una enfermedad compleja, en la actualidad existen diversas alternativas de tratamiento, que ofrecen solución a largo plazo. “Mientras más precozmente iniciemos el tratamiento, es posible evitar la obesidad en la adultez. Si logro modificar hábitos en la conducta alimentaria, de actividad física, y la cuestión psicológica, es posible pensar en adultos con peso normal”, finalizó.