En este marco, los especialistas advierten que un examen oftalmológico completo permite diagnosticar patologías que pueden evolucionar sin síntomas (como el glaucoma o las afecciones retínales), así como descubrir la aparición o el aumento de defectos de refracción u otros problemas visuales.
Además, sostienen que cada grupo etario tiene distintas afecciones que el oftalmólogo debe tener en cuenta:
La visión en la infancia
“La visión se desarrolla en los 8 primeros años de vida. Si existen defectos refractivos o patologías oculares que no se diagnostican y tratan durante esta etapa, es muy probable que se conviertan en crónicos e irreversibles, además de incidir en el rendimiento escolar de los niños. Por ello, las revisiones oftalmológicas anuales en esta etapa son muy importantes, ya que podemos detectar ambliopías (”ojo perezoso”) o estrabismos latentes (forias)”, indican.
A partir de los 40 años
“En esta etapa comienza la presbicia (o vista cansada) que se produce porque el cristalino, nuestra lente natural, va perdiendo elasticidad y capacidad de enfoque. En esta etapa también pueden empezar a gestarse patologías oculares más graves asociadas a la edad como el glaucoma o presión ocular, que de no detectarse a tiempo pueden conducir a pérdidas visuales irreparables” explican.
A partir de los 60 años
“A esta altura se deben aumentar las medidas preventivas para poder realizar un diagnóstico de enfermedades relacionadas con la edad. La patología relacionada con la edad más extendida es la catarata, seguida de la degeneración macular y el glaucoma. Estas dos últimas se encuentran entre las principales causas de pérdida de visión irreversible y las dos avanzan sin síntomas evidentes. Si se tratan a tiempo, es posible detener su evolución”, finalizan.