El Hospital Británico de Buenos Aires compartió una serie de consejos e información clave a la hora de abordar la cefalea, el motivo de consulta neurológica más frecuente, que afecta a personas de todos los grupos etarios, condiciones socioeconómicas y zonas geográficas.
Las cefaleas se dividen en primarias y secundarias: las primarias son las más frecuentes y se denominan así porque el dolor de cabeza es el único y principal síntoma de la enfermedad. En tanto, las secundarias se dan cuando existe una alteración que ocasione dicho dolor (sinusitis, tumor, hemorragia, infección, entre otras causas).
“Dentro del grupo de cefaleas primarias, las más frecuentes son la migraña y cefalea de tipo tensional. Si bien presentan un curso benigno, de no encontrarse bien controladas, pueden generar un importante deterioro en la calidad de vida del paciente, ocasionado pérdidas de horas laborales o escolares, compromiso de vida social y familiar”, explica la Dra. Lourdes Molina, médica neuróloga del Hospital Británico.
“La migraña es un tipo de cefalea frecuente e incapacitante. Las características típicas de la migraña son la localización unilateral, el carácter pulsátil, la intensidad moderada o grave, el empeoramiento con la actividad física rutinaria y la asociación con náuseas y/o fotofobia y fonofobia”, detalla Molina y agrega que la cefalea de tipo tensional es muy frecuente, con una prevalencia a lo largo de la vida en la población general que oscila entre el 30% y el 78%. “Se caracteriza por episodios de localización típicamente bilateral, de características opresivas de intensidad leve a moderada y con una duración de minutos a días. Este dolor no empeora con la actividad física habitual ni está asociado con náuseas, pero podrían presentarse fotofobia o fonofobia”, afirma.
La especialista resalta que los desencadenantes de esta afección más conocidos son “estrés, ansiedad y depresión, uso de anovulatorios, ciertos alimentos, factores ambientales, alteraciones del sueño y algunos fármacos, como anticonceptivos orales en pacientes migrañosas”.
Molina recomienda realizar una consulta médica “cuando las cefaleas son de reciente comienzo, si el paciente detecta que hay un dolor nuevo sumado al anterior, si cambia de frecuencia o de intensidad, si aparecen nuevos síntomas como problemas en la visión o disminución en la fuerza muscular, si los desencadenantes son los esfuerzos y si hay una necesidad de ingerir más de cuatro analgésicos en el mes para controlar estos episodios”.
Además del tratamiento a través de fármacos, existen otras estrategias para poder prevenir o mitigar el dolor de cabeza, como mantener un estilo de vida saludable, con una rutina para dormir y para comer; la realización de actividad física aeróbica diaria; el control del estrés de la mano de la meditación y la terapia cognitivo conductual; evitar desencadenantes como el ayuno prolongado y determinados alimentos, como derivados lácteos, productos con conservantes y edulcorantes artificiales, algunas bebidas alcohólicas, que varían según el paciente, por lo que es importante tener en cuenta su asociación.
Por último, la profesional advierte que, si bien los analgésicos son apropiados para el tratamiento agudo lo ideal es que “se utilicen al comienzo del dolor y que sea indicado siempre por el médico”.
Es clave evitar una cefalea secundaria, que se produce como consecuencia del abuso habitual de medicación aguda, que se da cuando se ingieren 15 comprimidos o más por mes de analgésicos comunes como paracetamol, ibuprofeno, naproxeno, etc., o 10 comprimidos o más por mes de analgésicos específicos, como ergotamina y triptanes.
“Cuando esto ocurre, el dolor de cabeza se cronifica, y puede “transformar” el dolor inicial, asociando otros síntomas como depresión, ansiedad, trastornos del sueño, etc., conduciendo por ende a mala calidad de vida y elevado ausentismo laboral”, remarca la especialista y concluye: “La discontinuación del analgésico en exceso, asociado a cambios de hábitos y estilo de vida es la mejor estrategia terapéutica”.