La hepatitis C es una de las cinco variantes de hepatitis virales que se rotulan con las letras del abecedario (A-E).
La hepatitis A produce sólo formas agudas, se contagia de persona a persona, afecta en su mayoría a niños y adultos jóvenes, puede producir epidemias por contaminación del agua con material fecal (el virus se elimina por esa vía) y se previene con una vacuna muy efectiva. Las hepatitis B y C se transmiten por vía sanguínea y pueden producir formas crónicas. La hepatitis C se diferencia de la B porque tiene menor transmisión sexual, evoluciona con mayor frecuencia a la cronicidad (80% vs 10%) y no puede prevenirse con una vacuna. Las hepatitis D y E son muy infrecuentes en Argentina.
“La enorme mayoría de los casos de hepatitis C, aún con enfermedad avanzada, no tienen ningún síntoma y, por tal motivo, permanecen sin diagnóstico por años o décadas”, explica Federico Villamil, Jefe del Centro de Hepatología y del Servicio de Trasplante Hepático del Hospital Británico. El especialista advierte que por ese motivo “las sociedades científicas internacionales y la OMS recomiendan que a todas las personas se les realice una prueba para hepatitis C (y hepatitis B) al menos una vez en la vida”.
La enfermedad es producida por el virus de la hepatitis C (HCV), que ingresa al tomar contacto con sangre infectada. El principal factor de riesgo hoy es el uso de drogas intravenosas compartiendo agujas. En el pasado, fueron las transfusiones (antes de 1990) o los tatuajes y acupuntura con materiales no descartables.
Si bien aún no hay vacuna para evitarla, la buena noticia es que la hepatitis C es la única infección viral crónica en medicina que se cura con tratamiento. “Hoy disponemos de drogas altamente efectivas y con muy escasos efectos adversos, que se administran por boca por unas pocas semanas con tasas de curación mayores al 95%. Estos tratamientos son cubiertos por todos los financiadores de la salud y también por el Estado a través del Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación”, detalla Villamil.
Es muy importante tratar la hepatitis C a tiempo, ya que de lo contrario puede evolucionar a enfermedades avanzadas, como la cirrosis hepática y el cáncer primitivo de hígado (hepatocarcinoma), los que a su vez llevan a la muerte o a la necesidad de un trasplante hepático. “El consumo excesivo de alcohol potencia el daño que produce el HCV en el hígado. También es recomendable evitar el sobrepeso, que es otro factor que puede incrementar la severidad de esta afección”, concluye el especialista.