Según las últimas estimaciones, en Argentina, se producen alrededor de 40 mil muertes súbitas por año. Por eso, es fundamental difundir sobre la importancia crucial de la reanimación cardiopulmonar (RCP) y el manejo del desfibrilador externo automático (DEA) para la atención temprana, dos herramientas clave para actuar con rapidez en caso de presenciar esta situación.
El 70% de las muertes súbitas se producen fuera del espacio hospitalario y por cada minuto de retraso en la desfibrilación, disminuye entre un 10% a un 12% la supervivencia de una persona que tuvo un episodio de muerte súbita. El síndrome de muerte súbita infantil es la principal causa de muerte en niños entre un mes y un año de vida. La mayoría de los casos ocurre cuando los bebés tienen entre dos y cuatro meses de edad.
Según la Dra. El Haj, una muerte es considerada súbita cuando es natural, es decir que no hay indicios de un accidente o que haya sido provocada, inesperada, debido a que no se preveía, y rápida, porque desde que comienza el cuadro hasta que se desencadena, sólo transcurre una hora. Además agrega, que el 10% del total de las muertes son súbitas.
¿Quiénes son más propensos a sufrirla?
Las personas con mayor riesgo de muerte súbita se encuentran en los dos polos de la vida, por un lado los lactantes hasta el sexto mes por la denominada “muerte blanca” y, en el otro, los adultos, por enfermedades cardiovasculares.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte del mundo occidental y de nuestro país. Un 82% de las muertes súbitas producidas fuera de los hospitales se debe a enfermedades cardíacas, principalmente al síndrome coronario agudo, y, en menor medida, miocardiopatías, valvulopatías e insuficiencia cardíaca. La Dra. Valeria el Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC. insiste en que “es fundamental que aumente la cantidad de ciudadanos que se encuentren entrenados en técnicas de RCP y manejo del DEA, para aumentar las posibilidades de sobrevida de una víctima”.
¿Cuáles son los síntomas del paro cardíaco?
- Pérdida brusca de la conciencia.
- Ausencia de pulsos centrales.
- Cianosis.
- Apnea y/o dificultad para respirar.
- Dilatación de las pupilas.
La reanimación como factor determinante para salvar una vida
La reanimación cardiopulmonar (RCP) se emplea cuando una persona no está respirando o está respirando con dificultad y su corazón se ha detenido. La RCP comienza con compresiones de tórax seguidas por respiración de rescate. Las compresiones de tórax y la respiración de rescate se realizan en ciclos.
La RCP hace el trabajo de los pulmones y del corazón, lo que mejora la probabilidad de que un paciente sobreviva al paro cardíaco, con el objetivo fundamental de recuperar las funciones cerebrales completas. El éxito se produce entendiendo el rol social, comprendiendo que nadie se salva solo y a través de las pautas que establece la American Heart Association:
- Asegurarse de que la escena sea segura para usted y para la víctima.
- Comprobar si la víctima responde, si no es así, pedir ayuda a las personas que se encuentran cerca.
- Reconocer si la víctima está en paro, por su respiración y pulso.
- Llamar a emergencias.
- Buscar un DEA a través de algún ayudante si ello es posible.
- Aplicar RCP, comprimiendo el centro del tórax (mitad inferior del esternón) con al menos 100 compresiones por minuto, con una profundidad mínima de 5 a 6 cm y permitiendo una expansión completa del tórax. Reducir a menos de 10 segundos las interrupciones y realizar un cambio de reanimador cada 2 minutos.
¿Cómo usar el DEA?:
- Encender el DEA.
- Colocar los parches de desfibrilación sobre el tórax desnudo del paciente
- Si el DEA recomienda una descarga: apártese del paciente, asegúrese que nadie lo toque. A la voz de alta, presione el botón de descarga.
- Tan pronto como se administre la descarga, es necesario reiniciar la RCP comenzando con las compresiones. (No realice ninguna comprobación de pulso ni de ritmo).
Al cabo de 2 minutos de RCP, el DEA reiniciará la comprobación de ritmo cardíaco.
¿Qué se puede hacer a modo de prevención?
Como primera medida llevar una vida saludable: no fumar, controlar el tipo de alimentación, el peso y hacer ejercicio físico.
También resulta fundamental hacer un chequeo cardiológico antes de iniciar la práctica de una actividad física y repetirlo en el plazo que su médico lo indique. De este modo se pueden detectar y prevenir alteraciones que pueden desencadenar un episodio de muerte súbita.