Según la Federación Mundial de Sordos existen aproximadamente 70 millones de personas sordas en todo el mundo. Es por ello que se busca preservar los lenguajes de signos y la cultura sorda como prerrequisitos para la realización de los derechos humanos de las personas sordas. Actualmente se ha convertido en un movimiento global que promueve y crea conciencia sobre las cuestiones que las personas sordas enfrentan en su vida cotidiana.
Las lenguas de señas son idiomas naturales a todos los efectos, estructuralmente distintos de las lenguas habladas. Existe también un lenguaje de señas internacional que utilizan las personas sordas en reuniones internacionales y, de manera informal, cuando viajan y socializan.
Este lenguaje internacional se considera una lengua pidgin, es decir, una lengua mixta creada a partir de una lengua determinada más otros elementos de otra u otras lenguas. En el caso de la lengua de señas internacional es menos compleja que la lengua natural de señas y tiene un léxico limitado.
Es importante que se establezca el acceso temprano a la lengua de señas y a los servicios en este lenguaje, incluida una educación de calidad en esa lengua, ya que es vital para el crecimiento y el desarrollo de las personas sordas y decisivo para el logro de los objetivos de desarrollo sostenible.
La Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC señala: “Convocamos a todas las personas a aprender el lenguaje de señas. ¿Cómo?, a través de la comunicación, prestando atención al movimiento de sus manos y sus expresiones corporales y gestuales. El objetivo es ser facilitadores y facilitadoras de su comunicación y participación para poder lograr una mayor inclusión en nuestra sociedad”.
¿Cuál es la importancia que adquiere el lenguaje de señas?
El acceso a la lengua de señas en ámbitos como la educación y los servicios públicos es fundamental para los derechos humanos de las personas sordas, además de ser clave para romper las barreras de la comunicación y adentrarse en la sociedad como cualquier otra persona.