Eleva las copas para brindar con el alma, pero antes mira a través de ellas… y verás todo lo que tienen para contarte.
Y entonces sabrás que las majestuosas montañas, ésas que quieren alcanzar el cielo con sus crestas, se visten de blanco inmaculado de las nieves que el dorado sol de la primavera y el verano transforma en agua, hilo de vida que baja golpeando entre las piedras y muere mansamente entre los surcos…
Y entonces de esa preciosa comunión de tierra, agua y el trabajo del labriego surge un valle hermoso, una tierra fecunda pintada de varios colores por el pincel mágico del trabajo del hombre que, al abrir los surcos, entremezcla con el agua bendita sus sueños, su sudor, su sangre y sus sueños.
Y por marzo deja por un momento sus herramientas de trabajo y se viste de fiesta, con el mejor traje: ¡la dicha de la labor cumplida!
Y festeja su Vendimia, y en su corazón se entremezclan distintas melodías que traen recuerdos de tierras lejanas con una tonada, con una cueca... y sus ojos, que se empañan con lágrimas de felicidad, miran al cielo para resumir todo en una gran palabra: gracias, y para pedir y esperar otra vez la nieve bendita y el sol majestuoso porque sus brazos siempre están dispuestos para el trabajo…
Por eso mendocino no sólo estás viendo copas repletas de vino… estás contemplando la historia de tu suelo querido... por eso te pido... brinda orgulloso por ese tu premio bien merecido.
¡Salud Mendoza querida, desde mi Salta amada, estoy contigo!
Agradecida estoy de haber vivido allí y de haber concurrido a la escuela José Vicente Zapata donde he tenido mi propia Vendimia… un grupo de amigas promoción 1980.
Carmen Griselda Valdiviezo
Salteña que vivió en Mendoza
DNI 13.609.937