Impecable. Presión, recuperación del balón, manejo y profundidad; fueron las líneas de una partitura que sonó al compás como si fuera la Sinfonía 29 de Mozart (con sello personal en el tono - futbolístico-, quizás más individual en la búsqueda de su intimidad, pero con un carácter vehemente e impulsivo, donde el primer movimiento fue en forma de sonata, con un tema principal - juego de precisión- elegante, caracterizado por un “salto”).
Si bien puede “sonar” como una exageración la comparación, lo cierto es que el triunfo del “Globo” tuvo afinado a cada uno de los integrantes de su orquesta que de coro tuvo a la incansable popular, “La Nº 1”.
Huracán jugó el mejor partido de los últimos tiempos: Pistone y Cámara ahogaban a Aimar en la mitad de cancha y no le dejaban espacios para trabajar al “Gringo” Imbesi.
Más adelante, Guardia manejaba la batuta (para un director es simplemente una extensión especializada de su brazo, en este caso de su pierna), desde donde partía la orden para que Ortiz y Navarro fueran haciendo vibrar a todo el estadio con sus gambetas, centros, descargas. Y ahí arriba, Marcos Báez (peleaba entre Palandri y Sesma), estaba hecho un violín, mejor dicho un “trémolo” (moviendo el arco hacia arriba) y fue así que sobre los 19 minutos, la red se infló.
A partir de ahí, fue el momento de mover los instrumentos de vientos, donde Ulloa volaba por izquierda y Navarro por todo el centro de ataque.
¿Y Estudiantes? estaba totalmente atónito. Nunca pudo afinar su orquesta ya que el "Oboe" tómese como el eje de la mitad de cancha (instrumento que se toma como referencia por su calidad y que proyecta un sonido enfocado y penetrante), no funcionó.
Fue perdiendo los acordes que venía presentando en cada uno de sus conciertos anteriores, que lo llevaron a estar en primera plana en la zona 8, pero ayer todo se derrumbó a pesar de que aún sigue en cartelera.
En el complemento, el ingreso de Figueroa en la defensa del Globo, fue dar en la tecla. Huracán se acomodó para rematar de contra ante un “León” desequilibrado y sin ideas, pero faltó el “Re” en la partitura final ya que los ingresos de Fernández y Abucet poco aportaron para finalizar a todo ritmo lo que significó un triunfo que el público aplaudió de pie a un equipo que en su “Atril” ya tiene a su nueva Sinfonía y será de “alto vuelo” ante Jorge Newbery, en Villa Mercedes.
