Una imponente torre-campanario de 57 metros apunta hacia el cielo de Salta para coronar la belleza arquitectónica de la iglesia San Francisco. A una cuadra de allí, edificios de líneas francesas y la Catedral Basílica -cuya fachada recuperó los colores amarillo y rosado de 1853- rodean la plaza 9 de Julio, abrazada por un collar de naranjos.
A su turno, el parque San Martín añade aire puro y otras tonalidades verdes al paisaje de la capital, mientras a espaldas del convento San Bernardo deslumbran los enrejados y balcones de las elegantes casonas que todavía remiten a la época colonial. Un rápido pantallazo del centro es suficiente para llenarse los ojos con las postales relucientes que depara la ciudad de Salta a sus huéspedes.
Otra pieza inescindible de la capital levanta su robusta silueta redondeada al este, para regalar un balcón y decenas de terrazas naturales y miradores desparramados sobre su ladera y en la cima.
Con sus 260 metros de altura, el cerro San Bernardo propone otra perspectiva. En la cumbre, la panorámica se ensancha hasta abarcar los límites de la traza urbana y el horizonte se dibuja sobre las tierras prósperas del Valle de Lerma, las montañas del oeste y los caminos que se desprenden en dirección a Cafayate y Campo Quijano.
En primer plano, el torrente de una cascada artificial salpica el ovillo vegetal aferrado al suelo pedregoso del cerro. Más abajo, las cúpulas de las iglesias y la Catedral emergen de entre las líneas simétricas de los tejados rojizos, fusionados con parques, plazas, un puñado de edificios modernos, calles y amplias avenidas.
Sopla a ritmo intermitente en el cerro San Bernardo. Con cada incursión del viento, el aire se refresca y se mece el cortinado de algarrobos, higuerones, lapachos rosados, tipas y ceibos. El silbido entrecortado del viento incorpora sonidos agudos a la larga melodía del salto de agua y silencia, por instantes, el incesante murmullo que despide la ciudad.
Ascenso en teleférico
Antes de trepar por la ladera, la correntada barre el manojo de plantas florecidas en la base. Pero el teleférico, que une el parque San Martín con el techo del cerro, ni se inmuta. Por el contrario, sin ningún atisbo de apuro -a la casi imperceptible velocidad de 2 metros por segundo- completa sobre el vacío el último tramo del trayecto de un kilómetro desde la primera estación.
En el interior de la cabina, cuatro pasajeros clavan la vista en la ciudad y se apuran por registrar con sus cámaras cada una de las imágenes cambiantes que surgen a los cuatro costados, dispensadas por el paseo de diez minutos.
Si el ascenso en el cubo vidriado o en vehículo por el camino de 2 kilómetros que despega del barrio Portezuelo brindan un espectáculo único para regodear la vista, la subida a pie se ocupa de poner a prueba la sensibilidad del olfato, el tacto y el oído.
Para los que encaran el sendero de los caminantes, la clave para sumergirse en este resguardo de pájaros cantores, hilos de agua de vertiente y árboles entrelazados con plantas y enredaderas está en avanzar a paso firme aunque sin precipitarse.
Las 14 estaciones del Vía Crucis acompañan las vueltas del sendero y sus 1.070 escalones hasta alcanzar el Cristo Redentor -esculpido en piedra y cobre en 1903- y una cruz de madera, erigida sobre la cumbre dos años antes.
La plácida atmósfera que se respira en el cerro y las vistas inigualables que lo enmarcan arrastran a toda hora a contingentes de turistas, peregrinos en busca de la cruz más venerada de la ciudad, ciclistas, aficionados al trekking, vecinos que caminan o trotan dispuestos a captar el festival cromático del atardecer y parejas que se fotografían, antes de celebrar su boda en el San Bernardo iluminados a discreción por las estrellas.
El cerro es también la inestimable fuente que alimenta la inspiración de los artistas. Sus atractivos fueron advertidos tempranamente por el músico Eduardo Falú y el periodista y poeta César Perdiguero, que décadas atrás le destinaron las mejores loas en la zamba "Por el San Bernardo".
En "Salta mía", el Chaqueño Palavecino reafirma su amor por la tierra salteña al expresar "por el cerro San Bernardo voy subiendo a la cruz, baja agüita de vertiente, soy de barro buscando tu luz". Una declaración simple y sin rodeos, como cantaba Hernán Figueroa Reyes cada vez que interpretaba "Arriba de San Bernardo": "Cerro florido, mirando vas la ciudad y otra mirada de bronce despierta memorias de la libertad".
El almanaque atraviesa los últimos días del otoño y los fulgores del sol siguen tiñendo el San Bernardo de colores imposibles. A sus pies, la ciudad se hermana con el cerro y mantiene intacta su identidad norteña, lista para recibir a sus visitantes con el mejor semblante.
Miniguía
Dónde alojarse. Hotel Salta: habitación doble Standard con desayuno, estacionamiento, TV cable, wi-fi, gimnasio, spa y piscina, $ 3.850; doble Ejecutiva, $ 5.175; doble Superior, $ 6.670 (www.hotelsalta.com).
Hotel Plaza: habitación doble con desayuno, TV cable, wi-fi y caja de seguridad, $ 1.650; triple, $ 1.800; cuádruple, $ 2.000 (www.plazahotelsalta.com.ar).
Hotel boutique Kkala: habitación doble Clásica con desayuno, TV cable, wi-fi, caja de seguridad, secador de pelo y piscina climatizada descubierta, $ 5.000; Superior, $ 5.800; Deluxe, $ 7.000; suite, $ 8.700 (www.hotelkkala.com.ar).
Cuánto cuesta. Teleférico al cerro San Bernardo, $ 400 ida y vuelta; de 6 a 12 años, $ 200; más de 60 años, $ 230; sólo ascenso o descenso, $ 200 (www.telefericosanbernardo.com). City tour guiado en combi (4 hs.), $ 550 (www.nordic-travel.com.ar).
Bus Turístico por la ciudad de Salta desde la plaza 9 de Julio con 12 paradas y audioguías en castellano e inglés (2 hs.), $ 430; de 5 a 12 años y jubilados, $ 400; plan Familiar (2 adultos y 2 menores), $ 1.600 (www.busturisticosalta.com.ar).
Excursión en bus de la ciudad de Salta a San Antonio de los Cobres y Tren a las Nubes de ahí al viaducto La Polvorilla (3 hs.) con desayuno, merienda, guías y cobertura médica, $ 3.300; de 3 a 12 años, $ 2.580 (www.trenalasnubes.com.ar).
Entrada al Museo de Ciencias Naturales, $ 30; de 3 a 10 años, $ 20. Entrada al Museo Güemes, $ 110; jubilados y estudiantes, $ 60.