Los familiares y amigos de Agnes Theresa Hicks (54) no pudieron despedirla como hubieran querido ya que en pleno funeral el sacerdote echó a su familia al grito de "Saquen esto de mi iglesia". El caso generó polémica en Maryland, Estados Unidos. Y, una vez conocida la noticia, en el resto del mundo.
El escándalo se desató el miércoles pasado en la Iglesia Católica de Santa María, en Charlotte Hall. El sacerdote Michael Briese terminó llamando a la Policía en el servicio con 300 asistentes, muchos de ellos negros como Theresa Hicks, después de que alguien derribara el cáliz de la iglesia y lo rompiera, publicó el Huffington Post.
El propietario de la casa fúnebre, Tony Tonic, le dijo al portal norteamericano que el daño fue accidental. Pero eso no impidió que el cura tomara el micrófono y cancelara el servicio. "Salgan de mi iglesia", les gritaba el ofuscado sacerdote.
"He sido director de funerarias durante 30 años y nunca había experimentado algo así", dijo Kim Briscoe-Tonic, quien es copropietaria de la funeraria con Tonic, su esposo. Los dueños del servicio retiraron al cura del lugar para tratar de calmar los ánimos. Pero, en privado, Briese se refirió a los a los asistentes como "adictos al crack, prostitutas y ladrones".
La Policía respondió al llamado por disturbios públicos y destrucción de propiedad de la iglesia, pero finalmente no se presentaron cargos, aclaró el Huffington Post.
Los dueños de la funeraria encontraron rápidamente a otro presbítero que se ofreció voluntariamente para finalizar la ceremonia en otro lugar.
La Arquidiócesis de Washington se disculpó con la familia de Theresa Hicks en una carta, donde aseguró que el comportamiento de Briese "no refleja la vocación fundamental de la Iglesia Católica de respetar y elevar la dignidad de cada persona dada por Dios".