Un grupo de activistas en contra de la clonación intentó secuestrar a la oveja Dolly en 1998, pero su plan fracasó al no poder distinguirla de entre un rebaño con más ejemplares, según reveló uno de los participantes en la fallida acción.
En declaraciones recogidas hoy por la prensa escocesa, Mark Lynas contó cómo trató, junto a otras tres personas, de secuestrar a Dolly, quien residía en el Instituto Roslin (cerca de Edimburgo), un episodio que se recoge en su libro "Semillas de la ciencia: por qué nos equivocamos tanto con los transgénicos", que publicará en junio.
"Me hice pasar por investigador académico y obtuve acceso a la biblioteca del Instituto Roslin. Una vez que pasé por delante de la recepción, tuve vía libre por los pasillos y deambulé tratando de encontrar cuál de los diversos cobertizos exteriores contenía a Dolly", relató.
El objetivo de los secuestradores era llamar la atención sobre su oposición al desarrollo de la técnica de clonación que vivía en aquella época su momento álgido.
Sin embargo, su plan se frustró cuando descubrieron que el cobertizo estaba tan lleno de ovejas que era imposible identificar a Dolly del resto, por lo que decidieron abortar el plan.
"¡Qué desastre! Como cualquier pastor medio competente sabe, todas las ovejas parecen más o menos iguales. Las ovejas clonadas, casi por definición, parecen aún más iguales (...). Los científicos de Roslin nos habían superado al ocultar a Dolly a plena vista", señaló.
Lynas, que fue uno de los abanderados del activismo en contra de la modificación genética en el Reino Unido en los noventa, se retracta en este libro de sus opiniones y asegura que ha comprendido cómo los transgénicos pueden utilizarse en beneficio del medio ambiente.
En 1996 los científicos Ian Wilmut y Keith Campbell lograron crear a Dolly, el primer mamífero en ser clonado con éxito a partir de una célula adulta, un experimento que supuso un hito para el avance de la investigación genética, pues se produjo tras más de 270 intentos fallidos.
Pero la existencia de la oveja no se divulgó hasta 1997, cuando los expertos estuvieron seguros de que estaba sana e iba a sobrevivir.
Dolly murió a los seis años, cuando se decidió sacrificarla debido la infección pulmonar que padecía, tras lo que su cuerpo fue preservado y se expone desde entonces en el Museo Nacional de Edimburgo.