Sacar a Mendoza del estancamiento

La riqueza que Mendoza supo acumular por su desarrollo productivo se fue perdiendo cuando su economía reemplazó la competencia.

Sacar a Mendoza del estancamiento
Sacar a Mendoza del estancamiento

Durante muchos años la provincia de Mendoza tuvo un crecimiento basado en pocos rubros, mientras que el resto de las actividades que se vinculaban a contratos con el Estado o a actividades que, de una u otra forma, tenían diversos niveles de protección. Otras actividades, netamente exportadoras siempre requerían un tipo de cambio muy alto.

Durante mucho tiempo, un tercio de los recursos estatales provenían de regalías petrolíferas, época en la que, además, ya el 50% del Producto Bruto Industrial de Mendoza estaba representado por la Refinería de Luján de Cuyo. No obstante, los mendocinos nunca nos asumimos como una provincia petrolera y construimos una leyenda de riquezas alrededor de la agroindustria

Con el transcurso del tiempo, Mendoza se mantuvo casi estable en sus sistemas productivos, salvo dos excepciones.

Por una parte, la aparición de una vitivinicultura de alta calidad, que produjo un verdadero cambio de imagen, dando nacimiento al enoturismo, asociado a la alta gastronomía.

Por otra parte, una caída de la producción petrolera y de recursos provinciales por este rubro.

En el transcurso del tiempo, Mendoza se volvió estatista. Los empresarios emergentes vivieron de los contratos con el Estado o de la protección del Estado o de los subsidios pagados con fondos públicos, gracias a una generosa clase política que con plata fácil envileció el tradicional espíritu emprendedor que habían traídos los abuelos de esos empresarios.

Mientras tanto las estructuras del Estado, en todos sus niveles, se fueron llenando de gente que ingresaba solo por contactos y nunca por idoneidad, como lo mandan la Constitución Nacional así como la Provincial.

Estas estructuras se fueron multiplicando, dejando personas en planta con estabilidad vitalicia, en  perjuicio de toda la sociedad, tanto en la administración Central, como organismos descentralizados, y estructuras con autonomía como empresas públicas y municipios. En algún tiempo los bancos públicos o la Bodega Giol ampararon a mucha gente protegida de la política. Todos se fundieron.

Muchos empresarios, vinculados al Estado, fueron los que movilizaron los negocios de barrios exclusivos, autos importados y muchos otros lujos no compatibles con una economía cada día más atrasada y menos competitiva. Muchos funcionarios públicos también se aseguraron jugosos ingresos sin importar la salud de la economía.

Mendoza necesita una nueva clase dirigente, comprometida con el destino de todos los mendocinos y no sólo con sus intereses personales porque hace falta recrear una nueva mística. Estos dirigentes deberán liderar un proceso de cambio cultural porque educar para el nuevo mundo requiere que la educación básica, la recreación de los más altos valores, esté a cargo de las familias, donde muchos padres deberán liderar a  sus hijos.

Mendoza debe recuperar una educación de excelencia, con maestros y profesores formados para acompañar a los jóvenes en los más modernos sistemas de aprendizaje, y las universidades nacionales y privadas deberían ingresar en el mismo sistema. La formación de niños y jóvenes para los nuevos desafíos debe permitir mejorar a empleabilidad de las próximas generaciones. Pero, además, hay que trabajar para adecuar a los actuales trabajadores para ingresen en modelos mentales y laborales que requieren mucha apertura mental y flexibilidad para adaptarse.

La provincia debe recuperar y potenciar sus oasis productivos, para lo cual es fundamental asegurar un sistema de ordenamiento territorial que aseguren ese rol, pero el sector empresario deberá ingresar en sistemas de mayor productividad, revisando todo. No se pueden seguir teniendo tierras que tienen alto costo para producir bienes que no tiene mercado o son de bajo valor.

Con esto, también se debe ingresar en la modernidad, ingresando en nuevas áreas industriales vinculadas a las altas tecnologías. Se debe testear las posibilidades que, a partir del desarrollo del software, se puedan generar en campos como biotecnología, nanotecnología y todas las ramas que van apareciendo en la medida que el desarrollo tecnológico avanza a alta velocidad.

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