Sabrina Usach: palabra de pájara

Escribe poesía desde una intimidad cada vez más consciente de la potencia del lenguaje. Narrativa desde un afán de denuncia, conmovida por las desapariciones de las mujeres pobres. A los 30 años, la mendocina (radicada en Buenos Aires) recorre su experien

Sabrina Usach: palabra de pájara

Todo empezó con un librito hecho por ella misma, tras asistir a un taller de encuadernación en la Feria del Libro provincial de 2002. En ese poemario, que tituló “Versos para beber hasta”, la chica que por entonces era estudiante de Letras soltó sus ansias de expresar su mundo interno.

Pero el gran despertar poético -reflexiona- llegó en 2013, al asistir al taller que la escritora Tamara Kamenszain dictó aquí en Mendoza, patrocinado por Fondo Nacional de las Artes. Allí, entre los 15 participantes de ese encuentro, Sabrina fue profundizando la experiencia poética y expandiendo la conciencia artística. Fue así que terminó de darle “fondoforma” a su segundo libro de versos: “Muecas de una voz pájara”, que editó cuando ya se trasladó a Buenos Aires, a través del sello independiente  Baldíos en la Lengua.

“Muecas tiene una historia vital, un personaje central: una mujer-mimo”, explica la autora. “Los poemas no tienen títulos, no usé signos de puntuación, hay una búsqueda de la musicalidad. Dos partes están escritas en tercera persona y una en primera, llamada ‘Cantata del silencio infinito’”.

Hay, claro, un guiño a “Cantata de puentes amarillos” de Spinetta, uno de los autores que (junto con Girondo, Orozco, Cortázar, Carrera y la misma Kamenszain) han influenciado a esta escritora amante del jazz y trompetista de ratos libres.

“En esa cantata, la mima siente la necesidad de un cambio, algo que la lleva a replantear su relación con el lenguaje. Esto se evidencia luego en la tercera parte, ‘Transformaciones’, donde el personaje ya navega abiertamente en los juegos de la lengua y experimenta mutaciones en su propia corporalidad”.

Es inevitable recordar a la Alejandra Pizarnik de los juegos lingüísticos, la de “Textos de sombra y últimos poemas”, otra de las grandes influencias de Usach.

Claro que Tamara Kamenszain, esa constructora de “La novela de la poesía”, fue vital para el deseo de lograr formas abiertas capaces de abrigar lo intraducible, el corazón de pájaro, la sujeta lírica.  “¿de qué si no estoy hablando de mí?/¿de qué si cuando escribo no te hablo?”, escribe Tamara en Solos y solas.

Usach, por su parte, también  ha tenido la posibilidad de intercambiar experiencias con otras voces latinoamericanas, sobre todo en el Festival de Poesía del DF (México) al que fue invitada el año pasado.

En el marco de ese "Cuarto Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México 2015", tuvo el honor de leer en la Feria Internacional del Libro del Zócalo, en el Museo de la Ciudad de México, en el Museo del Estanquillo junto a los poetas Eduardo Langagne (México), Yu Jian (China),  Margarita Losada Vargas (Colombia), Claudia Posadas (México), Mirosalva Rosales (El Salvador), Nicasio Urbina (Nicaragua), entre muchos más.

Su compañero argentino fue el poeta Nicolás Antonioli, de Buenos Aires.  “Me impactó la poesía Claudia Posadas, una voz muy dulce que, a su vez, evidenciaba la lucha, la incomodidad y la injusticia con la que lidia la mujer latinoamericana. También la de Mirosalva y Nicasio por su fuerza y denuncia”.

Actualmente, Usach prepara una próxima edición: “Se trata de una serie de cuentos que vienen madurando, algunos con cierta variante policial, cuya temática está relacionada con las desapariciones de las mujeres, con la trata”.

Poemas de "Muecas de una voz pájara"

en aquella casa que habitaron
se escucha el llanto de una anciana
que aun no llega a ser se sienten    
los pasos delgados de ausencias 
venidas a raya de verso impreso
en papelitos blancos son la piel
sorda de mima niña que juega a vivir 
un sueño acartonado en el fondo de 
sus ojos retocados de tinta oscura

escuchando kind of blue intuye 
que también alguien en su infancia
se sumergía en el agua de improviso
para aullar deseos y escuchar 
decir bop a las burbujas 
multiazules  que se iban ahogando

se tocó con los ojos cerrados 
en el trazo que camina esas hojas 
impresas y negras que rayan el papel 
blanco y sintió al despertar caerse 
del tronco que las sostiene respiró 
el aire a vida que sale latente de entre
sus dedos y su piel acartonada en
sábanas frescas amanecidas lienzo 
que plasma del cuerpo su escritura

de tinta la gota negra resbala 
desde la frente a la otra 
boca entreabierta abajo y 
va escribiendo algo prolongando
la sensación de transformarse 
en piel papel pieza musical 
vaivén del sudor salado del sexo 
rico en contacto con eso 
más allá de dos cuerpos     
en pálidas telas dibujados

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