"Hasta luego... muchas gracias", dice una joven pareja que junto a su hijo acaba de terminar su helado en Soppelsa. El saludo sirve de agradecimiento a los hacedores del alimento preferido del verano. Algo similar sucede en Perín. Hasta allí llegan dos extranjeros a probar un barquillo de frutas. O Érica, cliente habitual, que pide de crema "apto para diabéticos" porque su esposo padece tal enfermedad. La calurosa tarde continúa en Chini. Hasta allí llega Mariela Loza con su hija Federica y ella pide cucurucho de chocolate y frutilla; para la nena, un tostado y un jugo. "Es que es nuestro segundo hogar. Aquí tomamos helado y también desayunamos", acota Mariela.
Hoy la ciudad cuenta con una variada oferta de heladerías, para todos los gustos y bolsillos. Marcas reconocidas desembarcaron en la provincia y potenciaron el negocio. Otros locales desaparecieron con el tiempo y algunos resurgieron con fuerza, a tal punto que se mantienen en los primeros puestos de venta y producción a gran escala.
Sin embargo, hay tres marcas consideradas pioneras que se mantienen al margen de la "pelea" diaria por quién vende más. Son negocios con clientes fidelizados desde hace muchos años.
Belgrano y Emilio Civit, con las vías del ferrocarril en el medio, se puede decir que es la cuna de la heladería mendocina, ya que allí se gestaron los productos con recetas de origen italiano que se mantienen hasta nuestros días. "Chini, un paisano de mi padre, tenía un negocio gastronómico del otro lado, en Emilio Civit y Belgrano (esquina noreste) y allí instalaron la fábrica de helados, en 1920", comenta Héctor Soppelsa, uno de los cinco hermanos propietarios de la tradicional heladería de la esquina suroeste de Civit y Belgrano, que fundó su padre, Ferruccio Soppelsa.
Este italiano aportó los conocimientos heredados de los maestros heladeros tiroleses y junto a Chini, que aportó las máquinas, llevaron adelante el negocio, según cuenta Héctor. Agrega que después de unos años cada uno continuó con su heladería propia, y así Ferruccio abrió su propio local en la esquina mencionada en 1927. En algunas fotografías antiguas se pueden ver los camiones que vendían helados "Chini y Soppelsa" en el Parque San Martín en los años 20.
En 1947 Chini dejó ese local, que fue adquirido por la familia Perín, la otra heladería famosa de la Ciudad de Mendoza. Unos años más tarde, Chini reabrió como heladería en España y Las Heras, donde está actualmente. Allí hay un fotografía del diario La Libertad, de marzo de 1938 con la publicidad de los helados con esa marca.
Gianluca Vega, propietario de Chini, explica que fue su abuelo materno, Juan Carlos Vargas, el que adquirió la marca y abrió el negocio. Contó que la marca fue compartida con otros comerciantes del rubro que abrieron sus locales, pero hace unos años desaparecieron. Uno de ellos era el local de calle Avellaneda, que cerró a principios de esta década.
Sin helados
Héctor Soppelsa cuenta que antes de los años 20 prácticamente no había heladerías en la Ciudad. "Sabemos, por lo que nos contaba mi padre. Había una que era de un inmigrante griego, pero no había otra", describe Héctor en esta especie de estudio de mercado que realizó Ferruccio, que había venido desde Italia huyendo de la guerra, con la intención de aplicar los conocimientos que había adquirido para ganarse la vida en su nueva tierra.
A la hora de considerar la clave del éxito, Héctor señala que es fruto del trabajo de muchos años para mantener productos con la misma calidad, a pesar de los avatares económicos y los desafíos con que se encuentran.
"No tenemos un helado, un sabor que nos represente, mantenemos los gustos clásicos de creación propia y siempre innovamos con materia prima genuina sin conservantes ni colorantes", destaca Héctor, mientras resalta un nuevo sabor de chocolate elaborado a partir de un acuerdo con los fabricantes de unos reconocidos alfajores mendocinos. También se encarga de aclarar que hay otras heladerías Soppelsa, que son de parientes, y resalta que mantienen la misma calidad.
Juliana Perín es la administradora de la actual heladería Famiglia Perín. Es la tercera generación de heladeros, que se originó con la llegada de tres hermanos de la región del Veneto. Destaca que parte del éxito de su negocio es haber sido consistentes en el tiempo, fieles a la clientela.
"Sobre nuestros productos podemos decir que pocas heladerías disponen de 56 gustos, helados para celíacos, libres de azúcar", señala Juliana y recuerda: "Perín trajo a Mendoza el helado de pistacho, y con la receta de la nona todavía elaboramos el de canela. Ahora podemos decir que nos especializamos en los helados de fruta. No de agua, de fruta pura. Los que saben dicen que para hacer un helado de fruta hay que ser un verdadero maestro heladero".
Finalmente la joven empresaria resalta que el peso de los clientes es muy fuerte: "Aquí vienen clientes desde hace años y nos marcan qué le cambiamos a tal o cual sabor. Son especialistas en nuestros helados. También tenemos el orgullo de escuchar a turistas, brasileños por ejemplo, que vienen al negocio y nos dicen que sus compatriotas les han comentado que tienen que probar nuestros helados".
Artesanal vs. industrial
A la hora de buscar diferencias entre los artesanales y helados industriales, Héctor Soppelsa, titular de la Cámara de Fabricantes de Helados de Mendoza, explica que esa diferencia es relativa, ya que el solo hecho de colocar una fruta u otro alimento en un máquina de alguna manera es un producto que se está industrializando. "Creo que la diferencia del helado artesanal tiene que ver con un estilo fiel, que mantiene sus características de elaboración, plasticidad, suavidad. Ahí podemos hablar de un helado de corte artesanal, frente a otros productos pensados en volúmenes gigantescos para vender en todo el país".
Soppelsa agrega que en la provincia hay unos 50 elaboradores de helados "y desde la cámara confiamos en que la situación general mejore para que la gente disfrute de estas cosas simples".