Ruta 66: un renacimiento gracias al turismo nostálgico

Miles de viajeros de todo el mundo vuelven a la mítica vía entre el Pacífico y el Atlántico de EEUU, que inspiró películas y libros. Tiene 4.000 kilómetros de largo y une Santa Mónica con Chicago.

Ruta 66: un renacimiento gracias al turismo nostálgico

La Ruta 66 ha cautivado por décadas la imaginación de viajeros de todo el mundo, ofreciendo un destello de una época lejana en Estados Unidos, cuando la gente se lanzaba a la carretera en búsqueda de aventuras y una mejor vida.

La carretera de dos vías, construida en 1926 y bautizada como "carretera madre" por el escritor John Steinbeck, abarcaba toda la esencia de las enormes dimensiones del país a través de sus 4.000 km entre Chicago y Santa Mónica, atravesando ocho estados.

Pero después de que fuera sustituida en la década de 1980 por grandes autopistas, Ruta 66 parecía destinada a un estante polvoriento de la historia, a medida que se iban cerrando las tiendas de abuelos, los moteles cursis, merenderos y estaciones de gasolina a los costados de la vía.

“Pueblos enteros comenzaron a decaer y lo que había sido un carnaval de 2.400 millas se convirtió en una ciudad fantasma de 2.400 millas”, explicó David Knudson, fundador y director ejecutivo de la ONG National Historic Route 66 Federation.

En los últimos años, no obstante, la icónica carretera fue protagonista de varios libros, canciones, películas y series de televisión, que le dieron un nuevo respiro y ahora atraen a turistas de todo el mundo, llevados por la nostalgia.

“Los extranjeros vienen a recorrer la carretera porque les da la oportunidad de vivir Estados Unidos antes de que nos volviéramos comunes”, explicó Michael Wallis, historiador y autor del libro “Route 66: The Mother Road”.

La fiebre del road trip

Nada es predecible en Ruta 66, siguió. “Un café, una venta de fritanga, de pasteles, un merendero... No sabes qué te vas a encontrar”, indicó Wallis.

La mayoría de grupos de turistas que se pasean por la vieja carretera son de chinos y brasileños, seguidos por europeos. Todos buscan el "road trip" de su vida.

Zsolt Nagy, un húngaro que se enamoró del recorrido hace 10 años, organiza ahora tours a un costo de hasta 8.000 dólares por persona. El abanico de edades de sus clientes es amplio, entre 20 y 70.

Todos están “fascinados con esta ruta y buscan Mustangs convertibles o Harley Davidsons para vivirla”, dijo.

Pontiac, a unas dos horas al sur de Chicago y con una población de 12,000 personas, es un vivo ejemplo de esta resurrección, aseguró su alcalde, Bob Russell.

“Ruta 66 tiene un aura especial para el extranjero porque representa libertad, la carretera abierta, el viento soplando la bufanda en el cuello y el cabello largo”, indicó el edil de este pueblo, que tiene cuatro museos, 27 grandes murales y es considerada una de las joyas del trayecto.

Al conducir por la carretera hoy -85% aún puede ser transitada-, se ven los moteles remodelados con grandes anuncios de neón, museos y extravagantes tiendas de souvenirs.

Pero también hay caseríos medio abandonados o pueblos fantasmas que ilustran la novela “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, basada en la gran depresión de los años 30 y que cuenta la historia de una familia que se embarca en una viaje por la Ruta 66 huyendo de Oklahoma a California.

El lado oscuro

Y si bien la carretera evoca para muchos la visión de Norman Rockwell de un país más inocente, también guarda un lado siniestro.

Más de la mitad de los 89 condados que atravesaba la vía eran conocidos como "sundown towns" (ciudades de atardeceres), en los que las personas negras tenían prohibido circular por las calles después de ponerse el sol.

“Toda esa narrativa estadounidense alrededor de lo que significa lanzarse a la carretera y a la libertad y el simbolismo que lo acompaña era dramáticamente diferente para los negros”, señaló Candacy Taylor, una escritora que cuando estaba investigando para escribir una guía de viajes sobre la Ruta 66 se encontró con “El libro verde para el conductor negro”.

Allí se enumeraban los lugares seguros para ellos en esa carretera y en el resto del país. “Nunca volví a ver la Ruta 66 o a Estados Unidos de la misma manera después de saber de este libro verde”, expresó.

“No es que esta guía fuera un esquema de las atrocidades que podían pasar en la ruta, sino que es un ingenioso, innovador, revelador y útil documento escrito por un cartero”, añadió la también documentalista, que citó como ejemplo las Fantastic Caverns, una popular atracción turística en Springfield, Misuri, donde se reunían y quemaban cruces el Ku Klux Klan.

Taylor trabaja ahora en un proyecto para catalogar estos lugares terroríficos, para dar a los turistas no sólo la visión romántica sino una más real.

“Es un ícono estadounidense, como lo es Marilyn Monroe o Elvis”, dijo. “Pero la Ruta 66 no es perfecta y brillante, hay muchas grietas en esa metáfora, en esa ilusión de lo que Estados Unidos es”.

La serie de TV

La Ruta 66 también dio su nombre a una popular serie de televisión, Ruta 66, emitida originalmente desde 1960 hasta 1964 en la CBS.

La serie era interpretada por Martin Milner y George Maharis como Tod y Buz, dos jóvenes en un Corvette en busca de aventuras a lo largo de las carreteras de Estados Unidos. 
Maharis fue reemplazado posteriormente por Glenn Corbett, que daba vida a un veterano del Vietnam llamado Linc.

Curiosamente, gran parte de la serie fue grabada en decorados y era rara alguna toma en la Ruta 66. Desde entonces, el Corvette se ha convertido en el coche más identificado con la Ruta 66.

La canción principal de la serie de televisión, durante mucho tiempo parte principal de los anuncios de Corvette de la General Motors, fue escrito e interpretado por Nelson Riddle y su banda.

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