Una travesía por la Ruta 40 en la Puna de Jujuy, uno de sus tramos más inhóspitos -por el ripio, la altura y la ausencia de ciudades- suma impresionantes paisajes de volcanes y cerros de colores, rebaños de llamas pastando en la altura, sitios de arte rupestre y, también, el particular atractivo de los "pueblos solares" del Altiplano.
Una travesía por la Ruta 40 en la Puna de Jujuy, uno de sus tramos más inhóspitos -por el ripio, la altura y la ausencia de ciudades- suma impresionantes paisajes de volcanes y cerros de colores, rebaños de llamas pastando en la altura, sitios de arte rupestre y, también, el particular atractivo de los "pueblos solares" del Altiplano. Se trata de ocho pequeños pueblos y parajes que se iluminan, alimentan y calefaccionan con la generosa e inagotable energía solar.
Hace más de 25 años, la Fundación EcoAndina se propuso aprovechar este recurso en pequeñas poblaciones alejadas de las rutas principales y los tendidos eléctricos, y ya hay ocho pueblos que se alimentan a energía solar, al menos en gran parte.
Se podría decir que todo comenzó en Misa Rumi, donde hay una casa equipada con energía solar y eólica que funciona desde 1997 como sede de trabajo de campo y lugar de investigación y cuenta con estación meteorológica y astronómica.
Luego llegó la colaboración del Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a la localidad de Lagunillas del Farallón, con la marca "Pueblo Solar Andino", que jerarquiza el lugar y alienta a replicar el proyecto. Con el tiempo se sumaron Ciénaga de Paicone, Cabrería, Cusi Cusi, San Juan y Oros, Paicone y La Ciénaga, este último, a un kilómetro de Bolivia.
En escuelas, centros vecinales, puestos de salud y viviendas se instalaron cocinas solares familiares y comunitarias, calefones, hornos panaderos, calefactores y hasta plantas de tratamiento biológico de efluentes y sistemas de riego por goteo.
Además de objetivos financieros, como reducir el gasto en leña o gas y generar ingresos por venta de alimentos preparados en cocinas y hornos solares, el proyecto persigue también objetivos sociales y económicos -eliminar humos de la combustión, incentivar el desarrollo con artesanías y turismo rural - y culturales: respetar el patrimonio de los pueblos aborígenes y recuperar comidas tradicionales.
Desde San Salvador de Jujuy, es recomendable hacer una primera escala en alguno de los pueblos de la Quebrada de Humahuaca y quedarse al menos dos días, para iniciar la adaptación a la altura. Luego, seguir al norte por la ruta 9 hasta Abra Pampa o La Quiaca, o por la ruta 52 hasta Susques, hacer noche y partir bien temprano al día siguiente.