En sólo 20 días, en el tranquilo distrito de Russell, en Maipú, la calma de sus habitantes fue sacudida luego de que dos hombres que pretendían defender a sus familias fueran asesinados por asaltantes. Ahora, la gente dicen vivir con miedo.
Es que se instalaron ahí para disfrutar de la tranquilidad de sus estrechas calles, mezcladas entre viñedos y olivares que sobreviven al avance de numerosos barrios privados que van ganando la zona y que se siguen construyendo. Esas familias también llegan buscando la paz del paraje, ubicado a 20 minutos de la capital provincial y al Sur de la ciudad de Maipú. Pero deben reforzar los sistemas de seguridad para hacer frente a una zona vulnerable por sus características propias.
El 30 de agosto pasado, Eulogio Maizares (62) fue ejecutado a tiros por dos delincuentes que llegaron a su casa. El abuelo de 11 pequeños murió cuando trataba de defender a su familia ya que los asaltantes habían amenazado a su esposa y golpeado a uno de sus hijos.
Pasaron 19 días y Héctor Quiroga (59) encontró la muerte de manera similar. Se enfrentó a los tres ladrones que, cerca de las 4 de la madrugada del último miércoles 18 de septiembre, irrumpieron en su casa, ubicada en calle Videla Castillo 1552 de Russell, para robar.
Quiroga alcanzó a disparar contra los asaltantes y así herir a uno de ellos, que fue detenido a unos 200 metros del lugar debajo de un olivo, cubierto por sus ramas. Cristian Reina Flores (32) fue imputado por homicidio criminis causa el último jueves y permanece internado en sala común en el hospital Central con cuatro heridas por arma de fuego. En su poder tenía dos pistolas: una calibre 9mm y otra 22.
Vivir con miedo y preocupación
Adolfo tiene 59 años. Vivió en Russell desde su niñez y en el año 1986 se mudó a Godoy Cruz. Hace cinco años volvió a su querido distrito, así que ha visto cómo "evolucionó" el delito en la zona. "Siempre fue un lugar muy tranquilo. Antes caminábamos de noche sin ningún problema pero ahora hay que andar con mucho cuidado", reconoce.
Y agrega: "Han pasado hechos de inseguridad pero no tantos como ahora, que se ha agravado. Desde hace un tiempo tomamos algunas precauciones: puertas con rejas, alarma, portón corredizo, luces en el fondo, perros. Pero ya no sabés qué poner. La verdad es que uno vive preocupado y se siente desprotegido".
El hombre vive sobre calle Ozamis Sur y describe algunas características de la zona que, a su entender, aprovechan los delincuentes. "Los fondos son grandes y hay lugares de riego por irrigación donde queda un pasaje comunero que se conecta con los canales; entonces los bandidos se meten por los fondos y tienen libre acceso", grafica.
Adolfo añade que los habitantes del lugar tienen dos "herramientas" de prevención: "En la noche quedan los perros sueltos, que por lo menos ladran tenemos si ven algo extraño, y con los vecinos, cuando sentimos algún ruido raro, nos avisamos por teléfono o cuando vamos a salir y dejar la casa sola".
Una de las dificultades de instrumentar maniobras preventivas y represivas en la zona, según admite el propio jefe de Policía Roberto Munives, es la separación entre viviendas y la presencia intercalada de fincas, sobre todo vides y olivos, que permiten escondites seguros para los delincuentes. De hecho, al lado de la casa de Quiroga hay una obra en construcción y pegada a ésta, un extenso campo de olivos. Los cañaverales que dominan los costados de las calles y la poca iluminación de noche permiten a los ladrones aventurarse a cometer atracos ya que ven en ellos modos fáciles de ocultarse.
“Los últimos han sido dos hechos sumamente desgraciados. Estos sujetos han actuado valiéndose de la oscuridad de la zona. La combinación semi rural y urbana hace que se dificulte la localización de los delincuentes por el tramado propio de la zona. Se ocultan en la fincas”, admite Munives.
En diálogo con vecinos del distrito maipucino, Los Andes pudo saber que muchos atribuyen el incremento de delitos en la región a la presencia de algunos asentamientos cercanos. "Los asentamientos pueden influir; algunos llevan muchos años y requieren un control más fuerte", explica Munives. Pero aclara: "No todos son asentamientos de delincuentes, hay personas de bien que trabajan y que viven ahí; otros buscan refugios en esos lugares".
Protegidos por muros y rejas
En Russell el escenario se completa con rejas rodeando cada una de las viviendas, algunos alambrados, grandes patios y ropa tendida en sogas, a pesar de la tierra que se levanta en algunas calles que no han sido asfaltadas.
En los barrios cerrados el panorama es otro: grandes muros y verjas protegen a los vecinos y los guardias merodean las hectáreas del lugar.
Pero ello tampoco es impedimento para que los amigos de lo ajeno hagan de las suyas. Leandro vive en el barrio Lomas de Russell, ubicado en la intersección de Ozamis y Espejo. Ayer, en una recorrida, Los Andes pudo constatar la presencia de una trafic policial en esa esquina.
El profesional de 41 años detalla: "El viernes pasado a las 21.45 forzaron el alambrado del barrio y entraron dos jóvenes. Estuvieron unos minutos adentro y alcanzaron a robar un televisor pero los vieron los guardias y tuvieron que dejarlo tirado para escapar".
"Ese mismo día ingresaron al barrio Pilares de Furlotti, a 300 metros de donde mataron al comerciante. Hubo cuatro o cinco hechos seguidos en una semana. Vivimos acá hace dos años y hay vecinos que llevan cuatro; nunca habíamos percibido una seguidilla de esos hechos como ahora", admite Leandro y cierra: "La sensación es de impunidad y falta de control".
Miguel vive hace 7 años en el barrio cerrado "El Recodo", ubicado a unos 300 metros de donde Quiroga fue ultimado a tiros. Admite estar indignado y preocupado. "Acá todo el mundo está preocupado. Era una zona re tranquila y ahora nadie controla a estos flacos, que cada tanto son noticia. Esto viene desde hace un par de años pero todos miran para otro lado y nadie se hace cargo", resume.
Y agrega: "Vivo en un barrio cerrado y se meten por atrás. Hay asentamientos cercanos y cada vez se ha puesto más heavy. Un día después de la muerte de Quiroga le tiraron a patadas la puerta de entrada en la casa de una familia que no estaba. Tuvieron que reponer la puerta con un tablón para pasar la noche".
Miguel admite que han tenido y mantienen reuniones con autoridades del Ministerio de Seguridad pero cree que los efectos durarán poco tiempo. "Ahora ves pasar una camioneta de la Policía las primeras noches pero seguro que el fin de semana ya desaparecen. Cada tanto te enterás de una entradera y son balas que pican cerca, literalmente", resume.
"Boca de lobo" es la expresión que utilizan los vecinos para detallar la zona de noche. Otras definiciones se repiten: "zona liberada" y "tierra de nadie". Otra coincidencia es apuntar a los asentamientos cercanos. Uno de esos es el barrio Estación, donde viviría Reina Flores, el único detenido por el reciente asesinato. Está ubicado en la inmediaciones de calle Espejo y el cruce con las vías por donde pasa el viejo tren carbonero. Otros están emplazados hacia el Este por Videla Castillo, cerca del cruce con Pescara, donde un viejo zanjón divide la ruta 60 y la calle 25 de Mayo.
Los vecinos esperan que se trate de hechos aislados y que las autoridades tomen nota de su reclamo para volver a vivir tranquilos y disfrutar de la paz de Russell, como hasta hace un tiempo.
Convocan a una marcha
Alarmados por los crecientes hechos de inseguridad en la zona y "la pasividad de los gobernantes", vecinos de Russell han convocado a una marcha para reclamar seguridad. Se concentrarán este lunes a las 18 en la plaza departamental de Maipú para visibilizar su pedido.
Aunque admiten haber tenido reuniones con autoridades policiales, insistirán con el reclamo para lograr medidas concretas de prevención.