La reunión de dos días entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, ha concluido en esta capital sin mayores avances en la resolución de la disputa que mantienen ambos estados sobre la soberanía de cuatro islas, que ha impedido que firmen un tratado de paz desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial.
Por contra, Putin se apuntó una pequeña victoria personal al conseguir firmar varios tratados de colaboración económica con la nación asiática introduciendo así una cuña en la política de aislamiento que pretenden apadrinar Estados Unidos y sus aliados occidentales contra Moscú por su agresiva actitud exterior, especialmente en Siria, donde sus tropas han sido acusadas de cometer innumerables desmanes.
Para el presidente ruso, la simple presencia en Japón constituía ya un cierto desplante diplomático al bloque occidental liderado por el G-7, del que forma parte Japón, que mantiene una serie de sanciones contra Moscú desde que se anexó Crimea en 2014.
Los dos países acordaron iniciar conversaciones para fomentar de forma conjunta el desarrollo económico en los cuatro territorios isleños que controla Moscú y reclama Tokio como punto de partida para "fomentar la confianza hacia un tratado de paz", según se leía en el comunicado que puso fin al encuentro entre los dos dirigentes.
Pero los expertos dudan del posible progreso de este diálogo, ya que Rusia exige que cualquier iniciativa se desarrolle asumiendo que las islas, situadas en el extremo sur del archipiélago de las Kuriles, forman parte de su territorio desde que las capturó en 1945, algo que Japón no está dispuesto a aceptar.
Durante la cumbre de Yalta de 1945, Churchill, Roosevelt y Stalin acordaron que todas las islas Kuriles serían adjudicadas a la Unión Soviética, pero la nación asiática mantiene que las cuatro situadas más al sur -Etorofu, Kunashiri, Shikotan y Habomai- no forman parte de esa cadena y se aferra al llamado Tratado de Shimoda, de 1855, que dividió la soberanía de toda esa demarcación entre Moscú y Tokio.
"El asunto no se resolverá si cada uno sólo defiende su posición. Tenemos que hacer esfuerzos para conseguir un avance y no decepcionar a la próxima generación. Tenemos que dejar a un lado el pasado y crear una solución en la que todo el mundo salga ganador", ha asegurado Abe al admitir la falta de progresos en este apartado. "Sería naif pensar que podemos arreglar este problema en una hora", le ha secundado Putin.
En 1956, Rusia y Japón llegaron a pactar el retorno de dos de la islas al segundo país pero esa medida nunca se formalizó. Ahora Putin -encaramado en la cúspide de su poder- parece mantener una cierta ambigüedad respecto a esa concesión, arropado además por las encuestas, que señalan que un 71% de los rusos son contrarios incluso a que su país devuelva esos dos territorios.
Japoneses desplazados de las islas aún añoran volver a ellas
Según explicó el ciudadano japonés Kimilio Waki, quien mantuvo un encuentro con el primer ministro Shinzo Abe, de los 17.000 japoneses que vivían antes de 1945 en la isla de Kunashiri (una de las Kuriles), sólo quedan vivos unos 6.000.
"Los antiguos residentes siempre han deseado ese día en el que regresarían a casa. Pero su deseo no se ha cumplido", afirmó el japonés de 75 años.
Kimio Waki fue uno de los siete ex habitantes de las cuatro islas norteñas japonesas capturadas por la entonces Unión Soviética al socaire de la Segunda Guerra Mundial y cuyo control ha impedido hasta ahora que Tokio y Moscú firmen un tratado de paz que ponga fin oficialmente a su rivalidad durante aquel conflicto bélico.
Al igual que él, Hidezo Ikeda, que ahora tiene 83 años, escapó de Kunashiri en aquellas turbulentas jornadas de agosto de 1945. Ikeda todavía recuerda como su padre Eikichi llegó a planear el suicidio colectivo de su familia ante el previsible asalto de las tropas soviéticas.
"Toda nuestra familia debería morir haciendo volcar el bote en el mar", les dijo una noche mientras cenaba junto a los otros 14 miembros de esa saga.
"Si vienen los soviéticos, se llevarán a los hombres a Siberia y también se llevarán a las mujeres. Es mejor que sólo dejemos a los viejos y a los niños", afirmó su progenitor, según declaró Ikeda al diario japonés Yomiuri Shinbun.
Finalmente, todo el grupo decidió huir en una pequeña lancha en un arriesgado viaje nocturno. "Odio a los rusos, pero no quiero que esta disputa se transfiera a mis hijos y mis nietos", añadió Ikeda al mismo periódico.
Durante la cumbre de Yalta de 1945, Churchill, Roosevelt y Stalin acordaron que todas las islas Kuriles serían adjudicadas a la Unión Soviética pero Japón mantiene que las cuatro situadas más al sur -Etorofu, Kunashiri, Shikotan y Habomai- no forman parte de esa cadena y se aferra al llamado Tratado de Shimoda, de 1855, que dividió la soberanía de toda esa demarcación entre Moscú y Tokio.