El 6 de marzo de 1966 no fue un día más para el fútbol de Mendoza. Aquel domingo se presentó el seleccionado de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas frente a Independiente Rivadavia, siendo esa la primera presentación de un seleccionado extranjero en nuestra provincia.
El equipo de la URSS se estaba preparando para el Mundial de Inglaterra del mismo año.
El encuentro se disputó en el estadio de Independiente Rivadavia.
Millares de espectadores, inclusive de provincias vecinas, colmaron la capacidad del estadio azul. El resultado (5 a 1 para el visitante) fue anecdótico.
El juego tuvo ribetes insólitos, como por ejemplo cuando a los 13 minutos del primer tiempo se paró el encuentro para que la flamante Reina de la Vendimia ingresara al campo de juego para saludar a los soviéticos. O cuando los Azules comenzaron a hacer cambios (once en total) lo que llevó a una confusión total e hizo que en un momento durante tres minutos hubieran doce jugadores en la cancha. Ocurrió cuando Lumbía entró a reemplazar a Albornoz y éste no se retiró a tiempo. "No daba para protestar", aseguró el presidente de la Federación Rusa.
"La conmoción inicial más ruidosa -fuera de la producida por el gol de Legrotaglie- se produjo cuando apareció en la cancha exactamente a la hora anunciada, 16.45, el elenco europeo. Luego todo fue fútbol, especialmente de la visita. Pero no un fútbol inanimado ni torpe y sólo vigoroso, como muchos esperaban", contaba Los Andes de aquel encuentro.
La no presentación de Lev Yashin, el arquero de los soviéticos, despertó algún malestar en el público. "Contusión en región dorsal e infección en el tercio medio de la pierna derecha", fue el parte médico firmado por el doctor Marchevsky. Los 37 años le pesaban ya al guardavalla considerado uno de los mejores de la historia del fútbol y que a ese momento llevaba jugados 70 partidos internacionales. "La araña negra", como se lo conocía, igual se compró al público estando todo el partido en la platea filmadora en mano registrando todo lo que pasaba, aún a la reina que había pasado a saludar a sus compañeros.
El plantel azul estuvo integrado por: Filizzola, Amaya, R. Torres, Merlo, Yácomo, Cortés, I. Fernández, Albornoz, Cejas, López Dalla Benetta, J. Fernández, Tau, E. Porcari, J. C. Díaz, Guzmán, Reina, Villarroel, Lumbía, Legrotaglie, Oropel, Gudiño, Nogara y J. Molina.
En cuanto los visitantes llegaron a Mendoza Andrij Biba, Josif Sabo, Vitali Khmelnitski, Viktor Bannikov, Viktor Cerebrianikov, Juan Usatorre, Vasile Danilov, Mikahil Meshki, Slava Metrevelli, Anatoli Banischevski, Valerij Voronin, Valentin Aponin, Viktor Getmanov, Vladimir Ponomariev, Albert Shesterniev, Galimzian Husainov, Amzor Kavazaschvili, Igor Chislenko, Edward Malofief y Lev Yashin.
Cosas soviéticas
Antes de empezar el partido, dos mozos sirvieron tazas de café a los futbolistas y en el descanso ingirieron té con limón. Al término del primer tiempo, el intérprete soviético se dirigió a hablar con el árbitro Francisco Morillas para preguntarle cómo se habían portado los jugadores rusos.
En ese momento en Rusia había tres millones y medios de futbolistas y 100.000 canchas. La Federación editaba su propia revista, que tenía un tiraje semanal de medio millón de ejemplares.
Zares de la alimentación
La curiosidad de los mendocinos por conocer la idiosincrasia soviética llevó a Los Andes a compartir un desayuno con los futbolistas. Cada jugador ingirió: croquetas de ave, papas fritas, yogur, jugos de ananás y naranjas, un pequeño bife con papas al natural, huevos al agua, salame en cantidad, tomate al natural, pepinos, rabanitos, manteca, frutas surtidas, poco pan, mermelada, agua mineral y café.
En el almuerzo hubo sopa de fideos, filet de pescado frito con puré de papas y tomates (sin aliño), manteca, cebolla de verdeo, jamón crudo, rabanitos, pepinos y jugos de frutas. La cena sólo varió con el almuerzo en el filet, que por la noche fue de vaca, y el puré fue reemplazado por papas fritas. Impresionante.