Hoy en la Argentina y el mundo futbolero, la Federación Rusa está en boca de todos. El Mundial de Fútbol está cumpliendo uno de los principales deseos de su presidente, Vladimir Putin: mostrarla por la TV al orbe.
Todos estamos conociendo una Rusia distinta, más moderna, en la que conviven una arquitectura socialista pero donde el consumismo capitalista se observa en todos lados. En realidad, si nos ponemos a pensar, unas décadas atrás esto era algo improbable.
Viendo las previas de los partidos las pantallas muestran a periodistas e hinchas que tuvieron la posibilidad de viajar, sorprendidos de descubrir un país “maravilloso, ordenado, amigable, casi sin noche” y con un brillo propio que antes pocos se atrevían a comentar, tal vez por cuestiones más de prejuicios que de realidad.
Frente a estas postales diarias que recibimos desde distintos puntos, inclusive desde aquellas ciudades que nunca elegiríamos como destino turístico, observamos que son lugares hermosos y con una buena calidad de vida para sus habitantes. Disfrutan un nivel de consumo que envidiarían muchos de los que habitan en Occidente. Porque Rusia se muestra como un país de contradicciones. Nosotros no alcanzamos a comprender como alguien que es socialista acepta con gusto los placeres de la vida capitalista. Escuchamos a los jóvenes decir frases como: “Putin no me fascina, pero mis padres y mis abuelos dicen lo mismo: nunca vivimos tan bien como hoy”.
Por lo que vemos a Putin hay que entenderlo poniéndose en el lugar de sus votantes. Con sus 65 años es un demócrata al mejor estilo ruso. Lleva 17 años en el poder y en las últimas elecciones, a principios de 2018, logró más de 56 millones de votos, lo que significó el apoyo del 76 por ciento del electorado. Convirtiéndose así nuevamente en el líder indiscutido de una de las tres potencias del mundo. Justo donde hoy se posan los ojos del mundo.
Para todos los que seguimos por TV el mundial, Rusia deja de ser un país lejano cuando un periodista nos cuenta que puede comer una entrañita con papas y que seguramente sea de carne importada de Argentina. Ver las conocidas casas de comida rápida como si estuviéramos en cualquier otro país, nos lleva a sentir que estamos más cerca de lo que pensábamos.
Otro tema que ha sido eje de comparaciones, es el actual debate que se desarrolla en la Argentina, referente a la despenalización del aborto. Así nos surge el dato que el aborto es legal en Rusia desde el tiempo de los zares, hace casi un siglo. Y no parece un dato menor teniendo en cuenta las características sociopolíticas de lo que fuera la Unión Soviética.
Siguiendo las lógicas de este mundo global, pudimos ser testigos y parte del repudio que generó el video viralizado donde un hincha argentino se burlaba de una joven mujer rusa. Dicha condena social fue tal que no hubo fronteras para la ley y el individuo fue automáticamente deportado. Esta decisión nos muestra que el idioma del feminismo nos unió, porque por lo visto en este tema ya existe una sola bandera que nos convoca a la búsqueda de la igualdad.
Desde este “conocerlos”, que vamos haciendo nosotros desde el fútbol como pasión, es muy probable que de ahora en más, cuando escuchemos hablar de Rusia, lo hagamos con otros oídos. No desde las antípodas ideológicas o del prejuicio, sino desde un sentimiento más cercano que es el que está dejando en nosotros el Mundial de Fútbol.
Y seguramente, Rusia y sus ciudades, tendrán un nuevo lugar en la lista de muchos viajeros que fueron cautivados desde las imágenes y los derroteros de las pelotas en los campos de juego.
