Rusia 2018: los nuevos Hooligans

Hinchas rusos atemorizan a toda Europa y hacen recordar a los ingleses de los ‘80.

Rusia 2018: los nuevos Hooligans
Rusia 2018: los nuevos Hooligans

Los ultras rusos se han convertido en la nueva peste del fútbol europeo al llenar el vacío dejado por los “hooligans” ingleses, fenómeno que amenaza con estropear la fiesta del Mundial de Rusia.

“Nuestros aficionados (del Spartak Moscú) iban en columnas y contra ellos cuando hubo provocación alguna”. Dijo Vitali Mutkó, viceprimer ministro y zar del fútbol ruso, tras los altercados ocurridos el jueves en Bilbao.

Mutkó salió en defensa de los seguidores del Spartak, aunque también reconoció que lo ocurrido no tradujo “nada bueno” y que el “vandalismo” y el “extremismo” no tuvo sitio en el fútbol ruso.

Él lo sabe bien, ya que cuando se presentó a finales de 2016 a la reelección como presidente de la Unión de Fútbol de Rusia (UFR) tuvo que aguantar que el líder de la principal asociación de hinchas de Rusia se apersonara en la federación para sabotear la votación.

Entonces, a Mutkó no le tembló la mano a la hora de disolver esa asociación, a la que pertenecían los ultras que protagonizaron, los primeros meses, violentos enfrentamientos contra los ingleses durante la Eurocopa de Francia que casi les cuesta la expulsión a la selección rusa.

Después de los incidentes en Bilbao entre otros del Athletic y el Spartak Moscú, algunas voces piden que los clubes rusos sean expulsados de las competiciones europeas, como ocurriera con los ingleses (1985-90)

Para empezar, la UEFA podría prohibir el Spartak que reparta las entradas entre los aficionados para que viajen con el equipo al extranjero en las competiciones europeas, pero en caso de reincidencia el castigo podría ser mucho mayor.

Cuando labraron su fama de sucesores de los hooligans ingleses fue mucho antes, en la Eurocopa de Francia en la que protagonizaron varias batallas campales que han grabado a sangre y fuego las calles de Marsella y Lille.

Entonces, demostraron que ya han superado a los ingleses, especialmente en lo que se refiere a la organización y la preparación física -la policía les define como paramilitares-, como se puede ver en los entrenamientos que organizan en los bosques en las afueras de la capital rusa.

Su nombre de identidad es la camiseta en los partidos, aunque las temperaturas son de 10 a 15 grados bajo cero y su ideología ultranacionalista, más cerca al pabellonvismo que al nazismo.

La influencia de los ultras en los equipos rusos de primera fila es tan grande, que los técnicos y futbolistas deben rendir cuentas ante ellos cuando las cosas van mal, algo que le ocurrió a Valeri Karpin cuando dirigió a Spartak Moscú, o a Leonid Slutski en el CSKA Moscú.

“Si el entrenador da la espalda a los seguidores del equipo al que se dirige, entonces nosotros no necesitamos ese entrenador”, fueron las palabras pronunciadas en 2016 por el líder de un grupo de aficionados radicales del CSKA Moscú contra Slutski.

Slutski se negó a reunirse con ellos para dar explicaciones por el mal juego del equipo y los ultras declararon la guerra al técnico, que poco después dejó de funcionar y se fue a trabajar al fútbol inglés.

Las autoridades argentinas informaron que hace sólo dos semanas, los ultras del Zenit San Petersburgo y del Dinamo Moscú se reunieron en Buenos Aires con las barras bravas de Boca Juniors.

Al parecer, el objetivo era coordinar sus acciones, lo que incluiría la compra de alojamientos y contratación de abogados en caso de detenciones, contra sus enemigos acérrimos: los aficionados ingleses, cuya selección se hospedará durante el Mundial en San Petersburgo.

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