Una bomba con un kilo de explosivos estalló ayer en la estación Sennaya Ploschadel del subte de la ciudad de San Petersburgo, la segunda más grande de Rusia y antigua capital imperial, mató al menos a 11 de personas y dejó 45 heridos, en un ataque que hasta anoche no había sido reivindicado por ningún grupo armado.
El presidente Vladimir Putin advirtió que no descarta ninguna hipótesis y que “las agencias de seguridad y los servicios de inteligencia intentan determinar la causa” del ataque.
La Policía sospecha que se trató de un atentado suicida y que el agresor podría tener vínculos con grupos extremistas islamistas. Se trataría de un joven de 23 años, oriundo de una ex república soviética de Asia Central.
Según la Policía, los dos dispositivos, el que explotó y el que fue detonado de manera segura por las autoridades, eran bombas de esquirlas, un tipo de arma que lastima de manera indiscriminada y muy efectiva.
La ministra de Salud de Rusia, Veronika Skvortsova, informó que en total 10 personas murieron en el ataque: 7 en el acto, 1 en una ambulancia y las otras 2 en un hospital. Más tarde, el saldo de víctimas fatales ascendió a 11 personas. Entre los heridos, en tanto, 13 siguen en estado muy grave con heridas de metralla y quemaduras.
El estallido, que coincidió con una visita a la ciudad del presidente de Rusia, Vladimir Putin, se produjo a las 14.40 hora local (8.40 de Argentina) en la céntrica estación que combina varias líneas de la extensa red de ferrocarriles subterráneos de la ciudad-puerto del Báltico.
Testigos señalaron que al menos una decena de ambulancias llegaron a la estación, mientras imágenes que circulaban profusamente por las redes sociales mostraban personas cubiertas de sangre tendidas en la plataforma y los servicios de emergencias intentando prestar ayuda a algunos de los heridos, varios de ellos buscando salir del subte en medio de nubes de humo.
Apenas una hora después del estallido, la Fiscalía de la antigua capital imperial rusa inició una investigación y todas las estaciones del subte fueron clausuradas hasta nuevo aviso. Diez minutos después de la clausura, toda la red estaba vacía de pasajeros. Una evacuación similar realizaron las autoridades rusas en Moscú, la actual capital.
Poco después, otra bomba que no alcanzó a explotar fue encontrada en la estación de Ploshchad Vosstaniya, también céntrica y perteneciente a la línea 3 de ferrocarril subterráneo.
La Policía sospecha que el mismo atacante suicida colocó el dispositivo que no detonó.
Unas seis horas después del ataque, el servicio de subtes volvió a funcionar de manera parcial. Los tramos que siguieron suspendidos son los que incluyen las dos estaciones afectadas por el atentado -Tejnologuicheski Institut y Sennaya Ploschad-, dos puntos del centro neurálgico de la enorme telaraña que dibujan las 5 líneas del metro de la ciudad.
La explosión y el hallazgo también dispararon las alertas y en el aeropuerto de Pulkovo -de San Petersburgo- se reforzaron las medidas de prevención. Previamente se habían recibido informes sobre bultos y artefactos no identificados, pero los registros no habían dado resultado positivo en ningún caso.
Putin fue uno de los primeros dirigentes en acercarse a la noche a un improvisado memorial en honor a las víctimas y colocar una ofrenda floral. Horas antes, el senador ruso y presidente adjunto del Comité para la Defensa y Seguridad de la Cámara Alta, Frants Klintsevich, había asegurado estar “absolutamente convencido de que Rusia responderá categóricamente” a lo ocurrido, tras interpretar que las explosiones “indudablemente son atentados terroristas” y lamentar que ocurrieran pese a todas las medidas de precaución tomadas.
En Europa las reacciones fueron contundentes. El Ministerio del Interior de Francia anunció que reforzó la seguridad en el sistema de transporte público en París y los alrededores como “una medida de precaución” tras el ataque en San Petersburgo.
En un plano más declarativo, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, se solidarizó con las víctimas a través de Twitter y aseguró que junto a todos los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europa tenían “sus pensamientos puestos en todo el pueblo de Rusia”.
En transportes
Una cronología de los ataques ocurridos en medios de transporte rusos:
Airbus derribado en Egipto. El 31 de octubre de 2015, un Airbus A321 de la compañía rusa Metrojet que decoló desde el balneario egipcio de Sharm el Sheij hacia San Petersburgo se precipitó al suelo poco después del despegue. En el ataque reivindicado por el grupo Estado Islámico murieron 224 personas.
Atentado en Volgogrado. El 21 de octubre de 2013, una kamikaze originaria de Daguestán provocó la muerte de 6 personas al detonar su carga explosiva en un autobús lleno de estudiantes. El 29 y 30 de diciembre, también en Volgogrado, dos ataques contra la estación central y contra un trolebús dejaron 34 muertos. Esta serie de atentados en una ciudad próxima a la zona del Cáucaso, se produjo semanas antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Sochi (2014).
Varios ataques en Moscú. El 24 de enero de 2011, un atentado contra el aeropuerto de Moscú-Domodedovo dejó 37 fallecidos. El ataque fue reivindicado por el grupo checheno Doku Umarov. El 29 de marzo de 2010, otro atentado en el metro provocó 40 muertos. El 27 de noviembre de 2009 un atentado provocó el descarrilamiento de un tren de pasajeros Nevsky Express que va de Moscú a San Petersburgo causando 28 muertos.
La pista chechena. El 24 de agosto de 2004, 90 personas murieron en un ataque suicida contra dos aviones que volaban desde Moscú hacia el sur del país. El 6 de febrero de 2004 un atentado con explosivos en el metro de Moscú, reivindicado por un grupo checheno desconocido ("Gazotan Murdash"), dejó 41 muertos. El 5 de diciembre de 2003, una explosión en un tren que circulaba desde Kislovodsk a Mineralnye Vody, en el Caúcaso, dejó 46 muertos. El ataque fue reivindicado por el señor de la guerra checheno Shamil Basayev. El 8 de agosto de 2000, 13 personas murieron en un atentado con bomba en el corazón de Moscú. Las autoridades evocaron dos pistas: un acto de grupos chechenos o luchas entre bandas criminales.