Vino y champagne en lata: qué se gana y qué se pierde con la esta tendencia que se está imponiendo en el país

De la mano de la informalidad, la practicidad y la espontaneidad, la versión enlatada va camino a convertirse en tendencia (algo que ya está sucediendo en otras latitudes).

Vino y champagne en lata: qué se gana y qué se pierde con la esta tendencia que se está imponiendo en el país
Vino y champagne en lata, una nueva idea que cada vez pisa más fuerte.

Contra muchos pronósticos que ponían en duda su triunfo como modalidad de consumo, el vino en lata ya pisa fuerte en la Argentina. De hecho, de un tiempo a esta parte van llegando al mercado nuevas propuestas, lo que demuestra que existe un público al que este formato le vino como anillo al dedo.

Las ventajas del formato son varias: es un envase fácil de transportar, liviano, se enfría rápido, resiste los golpes mucho mejor que el vidrio, permite que cada quien elija su opción preferida y hace posible disfrutar distintas variedades sin tener que preocuparse por el sobrante.

Entre los enlatados hay vinos para todos los gustos. Bodega Santa Julia lanzó un Chenin Dulce Natural, un Tintillo, el Santa Julia Orgánica Malbec Rosé y un tinto dulce 100% Bonarda.

Por su parte, New Age salió al mercado con un formato de 269 ml, la medida adecuada para preparar tragos largos como el Tincho, un cóctel sencillo y divertido que se logra añadiendo al vino mucho hielo y el jugo de media lima.

En tanto, Mosquita Muerta Wines rompió todos los esquemas con dos versiones de espumantes en lata -Extra Brut y Extra Brut Rosé- elaborados bajo el método charmat. Con este lanzamiento, la bodega busca desestacionalizar el consumo más allá de las fiestas de fin de año, como un acompañamiento ideal para cualquier comida.

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