No hay dudas de que una dieta balanceada tiene un papel importantísimo para mantener una buena salud general previniendo, sobre todo, enfermedades metabólicas crónicas y mejorando la expresión de nuestra herencia genética.
Como sabemos, la dieta mediterránea suele mencionarse como una forma de alimentación ideal, debido a sus demostrados beneficios para reducir el riesgo de desarrollar diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y patologías neurodegenerativas... Pero ahora también estamos descubriendo sus positivos efectos sobre la salud ósea.
Esta dieta se caracteriza por ser rica en productos de origen vegetal (legumbres, cereales, frutos secos, frutas y hortalizas) y pobre en alimentos de origen animal. También es moderada en lácteos (principalmente, en forma de queso o yogur) y alta en consumo de aceite de oliva extra virgen como principal componente graso.
Y es precisamente este componente vegetal, el aceite de oliva, el que juega un papel central en el bienestar esquelético, porque es fuente de polifenoles, que actuarían sobre la inflamación crónica y el estrés oxidativo.
Varias investigaciones han demostrado que la dieta mediterránea aumenta la densidad mineral ósea. Pero más recientemente se ha publicado un estudio hecho en España sobre un grupo de más de 800 personas de entre 55 y 80 años con alto riesgo cardiovascular, y se observó que aquellas con mayor consumo de aceite de oliva extra virgen presentaban menor riesgo de fracturas osteoporóticas.
Para confirmar esto, se realizó otro estudio sobre cáncer y nutrición en ocho países europeos (con casi 200 mil participantes), y este confirmó que la mayor adherencia a la dieta mediterránea protegía contra la fractura de cadera, disminuyendo su incidencia en un 7%. No es extraño entonces que los países de la cuenca del Mediterráneo tengan la incidencia más baja de osteoporosis.
Lo curioso es que la dieta mediterránea no enfatiza el consumo de aquellos nutrientes clásicamente asociados a la salud ósea, como el calcio, cuya fuente principal son los lácteos, y las proteínas, cuya fuente principal es la carne. La explicación estaría en que si bien la leche y sus derivados son la mejor fuente de calcio en términos de cantidad y biodisponibilidad (facilidad en la absorción), hay otros componentes alimentarios que se requieren en una dieta para mejorar la retención de calcio y reducir su pérdida.
La adherencia a la dieta mediterránea también beneficiaría a niños y adolescentes. El incremento de masa ósea se produce a lo largo del crecimiento, con un pico en la pubertad. Aunque los factores genéticos son los mayores predictores de la masa ósea que se alcanza en la adultez, una adecuada ingesta de nutrientes óseos es necesaria para la completa expresión de su potencial.
A diferencia de los factores genéticos, lo bueno de la dieta que adoptemos es que podremos modificarla en cualquier momento. Toda estrategia que favorezca un pico de masa óptimo nos traerá beneficios en la adultez y en el envejecimiento, etapas de la vida afectadas por la osteoporosis, ya que un 10% de aumento en la masa ósea pico reduce a la mitad el riesgo de tener una fractura en la edad adulta.