Un ojo normal es un sistema óptico que permite que la información que tomamos de nuestro entorno pase a través de un camino transparente y despejado para enfocarse en la retina. Esa información luego llega a nuestro cerebro, que la transforma en lo que llamamos “ver”.
Si el ojo no es capaz de lograr ese foco perfecto, quienes nos dedicamos a la oftalmología decimos que tiene un “error refractivo”, que puede traducirse en una dificultad para ver de lejos (miopía) o de cerca (presbicia); o bien afectar la visión a diferentes distancias (hipermetropía o astigmatismo). También existen enfermedades del ojo que causan alteraciones en la visión (cataratas, glaucoma y maculopatía, entre las más frecuentes).
Frente a estas situaciones, podemos reenfocar nuestro sistema visual utilizando distintos tipos de anteojos o lentes graduados:
- Anteojos monofocales: Son lentes diseñados para un único propósito: ayudarle a ver de cerca, de media distancia o de lejos. Hay quienes creen que los anteojos para leer podrían llevar a que sus ojos se deterioren más rápido con la edad. ¡Es un mito! Perder la capacidad de enfocar después de los 40 años es un proceso normal, demorar el uso de anteojos para leer no brinda ningún beneficio... Al contrario.
- Anteojos bifocales: Tienen una corrección en la mitad de abajo del lente para leer y una corrección diferente en la mitad de arriba para ver de lejos o a la computadora.
- Anteojos multifocales: Corrigen tanto la visión de cerca como la intermedia y lejana, todo en el mismo lente, sin que se note la transición entre una distancia y otra.
- Los lentes solían hacerse de vidrio, pero ahora la mayoría son de plástico; por lo tanto, son más livianos y flexibles, y menos propensos a romperse.
Mucha gente cree que el uso de anteojos para leer te deteriora la visión con mayor rapidez. ¡Es un mito!
También existen de diferentes materiales:
- Lentes de policarbonato: tienen una alta resistencia al impacto. Se recomiendan en personas activas físicamente.
- Trivex: es el material plástico más reciente, que cumple las mismas normas de seguridad que el policarbonato, pero distorsiona menos.
- Un lente delgado, liviano y plástico conocido como “de alto índice” es otra opción. Son ideales para quienes necesitan una alta graduación, ya que reducen la apariencia de “fondo de botella”, típica de lentes con mucho aumento.
- También hay recubrimientos protectores para los anteojos que ayudan a mantener los ojos protegidos, como los antirreflejo, que reducen el destello.
Además, existen filtros ópticos especiales que permiten el paso de determinada parte de la luz visible eliminando la parte nociva que deslumbra y distorsiona; filtros de absorción ultravioleta (UV) ayudan a proteger los ojos de la radiación nociva del sol; lentes polarizados (eliminan la parte de la luz que causa deslumbramiento) y lentes espejados (eficaces para eliminar rayos infrarrojos) y lentes fotocromáticos (se ajustan automáticamente de acuerdo con la exposición a la luz).
Siempre se debe consultar a un médico o una médica especialista en oftalmología, único profesional habilitado para prescribir anteojos y cuidar de la salud visual. No hay que comprar anteojos “descartables”. Cuando tengas la receta de tu oftalmólogo/a de confianza, dirigite a una óptica de confianza. El esfuerzo vale la pena, se trata de tus ojos.
*Jefa del área de Baja Visión, Servicio de Oftalmología del Hospital Italiano. Contenido exclusivo para revista Rumbos.