“Mi amor es Dick” es una fábula hipster (nueva denominación del viejo y querido snobismo) que tiene en su catálogo la plataforma de streaming Amazon Prime. Trata de un matrimonio de artistas que anda medio a los chicotazos y viaja a participar de una residencia creativa en un pueblito perdido. Allí conocen al Dick que le da título a la serie –interpretado por el indeleble Kevin Bacon–, un carismático escultor y agitador cultural que se convierte en la obsesión de la chica. Parodia tierna del muy parodiable universo del arte contemporáneo, la serie pone en debate el icónico rol de la “musa” y los problemas que plantea cuando en vez de ser encarnado por una mujer (como lo es desde hace siglos y siglos) le toca a un hombre aceptar convertirse en el objeto de la inspiración y la locura de alguien. También indaga en los resortes del proceso creativo y en el concepto de originalidad: “Cuando tenés una idea, en tu cabeza parece algo enorme, es todo tu mundo, toda tu alma. Pero luego hacés la película y se compara con todas las películas que se han hecho y lo que te parecía tan grande se convierte en algo pequeño, en nada más que un grano de arena”, reflexiona en un momento la chica, una cineasta enroscadísima, desesperada por ser alguien. A propósito de esta serie, en los últimos tiempos Kevin Bacon dio unas cuantas entrevistas. Algo poco habitual, ya que vive en un ostracismo que se autoimpuso para escaparle al rótulo de estrella juvenil que conquistó en los años 80. “La fama es una pesadilla –asegura ante cualquier micrófono que le pongan delante–, es una gigantesca industria de farsantes profesionales”.
“Mi amor es Dick” es una serie extrañísima de la plataforma Amazon Prime que marca el regreso del actor ícono de los 80, que se recluyó durante años para escaparle a los efectos colaterales de la fama.
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