Hasta no hace mucho, era habitual asociar a la grapa con nuestros antepasados italianos, que la elegían como bajativo. Además, era percibida como una bebida “áspera” y difícil de tomar. Pero en los últimos años esta aguardiente de orujo ha resurgido, rodeada de cierto glamour, a partir de elaboración de grapas premium y de la mano de la coctelería.
En la Argentina, Hilbing Franke Family elabora las grapas Aniapa, premiadas internacionalmente por su calidad. Además de destacar la técnica, Walter Hilbing, presidente de la destilería ubicada en Luján de Cuyo, asegura que la clave está en los insumos: “Usamos orujo de primera línea de variedades tintas, resultante de la producción de los vinos insignia de las mejores bodegas de Mendoza”, cuenta.
Una buena grapa, asegura el especialista, es cristalina y posee aromas florales y frutales. En boca, es redonda, amable, sin astringencias ni amargos. Debe sentirse el sabor de la pasa de uva y no tiene que raspar en garganta ni resultar ácida o áspera, sino generar una sensación de calor y un final agradable.
Walter Hilbing recomienda guardar la grapa en el freezer y servirse un shot como digestivo después de las comidas o bien usarla como aperitivo, combinada con jugos ácidos, como el de limón. Otra forma de disfrutarla es dentro de (o junto a) un café ristretto. Para degustarla, propone usar una copa técnica de cata de vino.
La grapa puede reemplazar al ron en el “daiquiri” o el “mojito”, al gin en un “Negroni” y al brandy en un “Alexander”. Para preparar un “Mohilbing”, machacá dos ramitas de menta junto con 10 ml de jugo de limón y 1 oz de almíbar. Agregá 10 ml de jugo de arándanos, hielo y 1 ½ oz de Aniapa Blend. Completá con soda (encontrá más ideas en hfdistillery.com.ar).