En la actualidad, por el solo hecho de que aumentó la expectativa de vida, las personas experimentan más alteraciones en la memoria que antes, de la misma manera en que se han incrementado los dolores de rodillas y diversos problemas vinculados con el azúcar o las grasas en la sangre. Pero en el caso de las dificultades cognitivas, no se trata de una enfermedad en sí misma, sino de un proceso natural del que debemos ocuparnos.
La mayoría de las personas que consultan al médico por su memoria no suelen presentar nada malo, es decir, ningún “problema de salud” en particular. Según las estadísticas, de cada siete adultos mayores que consultan por trastornos de la memoria, seis padecen una declinación esperable, acorde al avance de la edad, mientras que solo uno de ellos sí manifiesta alteraciones compatibles con alguna enfermedad cognitiva. No parece una cifra alarmante, es cierto, pero si lo pensamos en relación con enfermedades como Alzheimer, el asunto merece nuestra atención.
¿Quién puede ayudarnos si comenzamos a tener una declinación normal de la memoria? Por lo pronto, nosotros mismos, incorporando hábitos que estimulen nuestra salud cognitiva. En cambio, si la persona pareciera encontrarse en el 15% más preocupante, lo mejor es buscar profesionales especializados en estas cuestiones, como el psiquiatra, el neurólogo, el geriatra y el neuropsicólogo. Obviamente, el grupo de los adultos mayores requiere de nuevos cuidados.
Una buena manera de ejercitar la memoria es ayudarse por la emoción. En quienes padecen una declinación cognitiva normal, la emoción se vuelve una herramienta terapéutica estimulante a través de la reminiscencia, es decir, la evocación de cuestiones que emocionaron o apasionaron a la largo de la vida; esto, además, nos ayuda a reforzar la identidad y el sentido de pertenencia.
¿Qué es la reminiscencia? Es precisamente el proceso por el cual recordamos experiencias de etapas anteriores. Es una actividad psíquica universal y necesaria, que ponemos en práctica a través del recuerdo y permite transitar la Tercera Edad con coherencia, ya que ayuda a registrar la continuidad de los hechos de la vida.
En la puesta en práctica de esta técnica de estimulación cognitiva, se pueden usar “facilitadores del recuerdo”, tales como objetos, fotos y vídeos, que colaboran en la reactivación y reconstrucción de la historia personal.
En tanto, entre quienes aman el fútbol, el gran caudal de información futbolera compartida socialmente puede también desencadenar una efectiva movilización pasional a la hora de ejercitar la memoria. El fútbol (y otros deportes, por supuesto) funciona como un disparador de emociones compartidas y una valiosa instancia de socialización desde el interés compartido por el club querido, sus símbolos, jugadores, campeonatos, goles y jugadas.
Quienes quieran mantener activa la memoria, pueden descargar gratuitamente interesantes ejercicios de la página de internet de ALMA, Asociación Lucha contra el Mal de Alzheimer.
*Médico Psiquiatra MN 63205.Instituto@geriatriconieves.com Contenido exclusivo de revista Rumbos.