Originario de Asia Occidental y conocido ya en el Antiguo Egipto, el pistacho se solía utilizar como condimento. Con el tiempo se lo incorporó a la repostería y se convirtió en un snack muy demandado. Hoy es un ingrediente habitual en preparaciones dulces -tortas, galletitas, brownies, helados, macarrons- y saladas -con carnes y en salsas, ensaladas, quesos y sopas-.
Este fruto seco es muy codiciado por su sabor dulce y delicado, por el particular color verde que desprende y por su alto valor nutricional. “A nivel local, el consumo de pistacho está en alza y, de a poco, el producido en Argentina se posiciona mejor que el importado. De hecho, la calidad de nuestros pistachos supera los estándares internacionales”, cuenta Dulce Bravo, directora comercial de Frutos del Sol (@frutosdelsolpistachos), empresa argentina pionera en su producción, afincada en el Valle de Tulúm, San Juan. Estados Unidos, Irán y Siria se ubican entre los principales productores, mientras que las hectáreas cultivadas en nuestro país crecen año a año.
El árbol de pistacho es difícil de cultivar. Demora entre 7 y 8 años en dar frutos y las condiciones climáticas necesarias para su desarrollo son muy restrictivas: se necesitan tierras áridas, con veranos calurosos e inviernos fríos. En Argentina, Mendoza, La Rioja y principalmente San Juan ofrecen el clima ideal.
El pistacho marida excelente con todo tipo de chocolates, con cítricos -como la naranja o el limón-, con miel y con frutas frescas y disecadas. En preparaciones saladas, se recomienda combinarlo con condimentos como el azafrán, el clavo de olor y el cardamomo. Y si se lo consume como snack, sea picante o salado, va genial con espumantes y cervezas amargas.