A medida que avanzó la pandemia, expertos de todo el mundo comenzaron a hablar sobre la posible transición del SARS-CoV-2 hacia algo más “similar a la gripe”, como parte de aquella evolución natural en la que un virus se vuelve menos mortal para poder continuar su propagación en la población.
Sucede que tanto el SARS-CoV-2 como el virus de la influenza tienen como blanco el epitelio respiratorio y, en ese sentido, las células que infectan son bastante similares. Sin embargo, hay diferencias en lo que requiere cada uno para infectar a las personas: mientras que la influenza precisa de la hemaglutinina y de la neuraminidasa, el SARS-CoV-2 emplea a la proteína S para infectar a los humanos.
“Al igual que la vacuna contra el Covid, su equivalente contra la gripe debe reformularse en función de las variantes que van surgiendo.”
Hay similitudes cuando se habla de infecciones respiratorias agudas: generalmente, las personas tienen dolor de garganta, secreción nasal y, a veces, una sensación general de fiebre y dolor. Pero el Covid-19 también causa una variedad de síntomas que habitualmente no se ven con la gripe, como la pérdida de los sentidos del olfato y del gusto.
La respuesta inmunológica puede ser diferente de una persona a otra y eso significar la diferencia entre la vida y la muerte.
En los primeros días de la pandemia, la tasa de mortalidad por la infección del Covid-19, es decir, la proporción de personas que murieron después de contraer la enfermedad, fue mucho más alta que la de la gripe.
Se cree que los factores que afectan la mortalidad del Covid-19 incluyen la edad, la ubicación y el origen étnico de una persona, así como el lugar en donde vive y trabaja.
“La mortalidad por infección del Covid-19 actualmente es igual o menor que la mortalidad por influenza.”
Una investigación indicó que la mortalidad por la infección del Covid-19 actualmente es igual o menor que la de la gripe (alrededor del 0,04%), mientras que a mediados del 2020 era veinte veces más probable que el Covid-19 matara a las personas que la gripe.
Por otra parte, el SARS-CoV-2 muta, evoluciona y forma nuevas variantes que han estado alimentando nuevas olas de contagios.
Este patrón de comportamiento es similar a lo que sucede cada año con la influenza, por lo que la vacuna contra la gripe debe reformularse en función de las variantes que van surgiendo.
Mucha gente se ha olvidado de que cuando el Covid apareció por primera vez en la población humana, era un virus animal completamente nuevo para nosotros. Esa falta de contacto previo y de preparación inmunológica para los efectos del virus es lo que causó tal gravedad de la enfermedad en los primeros meses de la pandemia: el mundo entero era completamente susceptible.
* Médico clínico del Hospital de Clínicas José de San Martín. ramiroherediamd@gmail.com Contenido exclusivo de la revista Rumbos.