“El códice de Ende”, la columna de Cristina Bajo

No sabemos si Ende era una dama o una monja, pero sí que fue la primera mujer europea en firmar una obra de arte.

Cristina Bajo, escritora y columnista de revista "Rumbos".
Cristina Bajo, escritora y columnista de revista "Rumbos".

En mis incursiones por libros de arte o por Internet, he dado con monjas escritoras y poetas, pero lo que esta vez encontré fueron monjas pintoras con historias que se remontan a la España mora, cuando estos llevaban unos doscientos años en la península.

Entre ellas, encontré la de Ende, dama desconocida, que vivió en el siglo X y que firmaba “Ende pintrix et Dei adiutrix”, que algunos traducen como “Ende, pintora y ayudante de Dios” o “Ende, pintora y sierva de Dios”.

Esta supuesta monja es la primera mujer documentada, según dicen, que dejó asentada su firma en una obra de arte. Lo cual no significa que no hubiera mujeres en ese oficio, sino que ella fue la primera –en toda Europa– en poner su firma, como reclamando ser recordada. La obra de arte es un manuscrito iluminado o ilustrado, del año 975: un códice, una de las mayores expresiones de arte en su época, que nunca fue superado: no solo demuestra la calidad de ella como pintora y relatora, sino también su conocimiento del tema, lo que indicaría que estudió en un monasterio con una importante biblioteca.

Este códice trata sobre la historia del Beato de Gerona, un auténtico bestseller en su época, cuando los libros se hacían uno a uno y solo los monasterios, conventos, reyes y nobles podían pagarlos. Este texto fue armado y pintado muchas veces a través de los siglos –se cree que fue escrito durante el 700–, siempre por distintos artistas ayudados por mujeres anónimas, pero el trabajo de Ende superó a cualquiera de esas copias, a las ya existentes y a las que vendrían después.

Esta tiene una mayor cantidad de páginas “iluminadas” que el resto de ellos: la autora añadió nuevas figuras, y si bien tiene rasgos mozárabes en su estilo, algunos dibujos son románicos. Además, cuenta con el retrato más antiguo de España de Santiago Apóstol.

Se sabe que Ende era del Reino de León y que el trabajo fue realizado en el monasterio de Tábara, uno de los más importantes de entonces. No se sabe cómo llegó a la catedral de Gerona –quizá por encargo, ya que el santo Beato era de aquella ciudad– pero es allí donde hasta hoy puede verse.

Es casi un milagro que esta obra haya sobrevivido, ya que el monasterio de Tábara fue destruido por los moros en el año 988. ¿Dónde estuvo resguardada, entre la destrucción del monasterio y su aparición en Gerona? Ese dato es desconocido, ya que el códice aparece en la catedral de Gerona en el año 1078, un siglo después.

John Williams, experto en este tipo de arte, cree que Ende debió ser una dama de la nobleza, quizás una viuda sin descendientes que pudo dedicarse serenamente a lo que más amaba en la vida –además de leer y escribir–, y que debía patrocinar al monasterio donde se había refugiado o donde tomó los hábitos.

Por el mismo códice sabemos que fue admirada y respetada: al terminar estas obras, se dibujaba “la gran omega” y a continuación iba el nombre del iluminador –de ella va también su firma–, y después el de sus ayudantes.

En pleno siglo de las herejías, el autor, abad de un monasterio, escribió el Comentarios al Apocalipsis de San Juan, donde refutaba la herejía que defendía un obispo de Toledo; murió crucificado, pero su obra se salvó para que una mujer con inventiva propia pusiera su amor y su fe en inmortalizar su texto y volverlo una obra única hasta el día de hoy.

Sugerencias; 1) Quien no lo sepa: indague qué es un códice; 2) Ver en Internet las ilustraciones de este; 3) Leer Flor de Santidad –Historia Milenaria, de Ramón del Valle Inclán. Lo podemos encontrar en librerías de usados. •

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