Son las 11 de la mañana de un viernes de finales de junio. Diego Torres acaba de conectarse al zoom.
“¿Qué te pasa picho?. Estoy acá, con el perro porque está asustado por las tormentas y entonces viene y se me pega acá. Pobrecito, picho”.
¿Cómo se llama?
Gardel, es cantor también
Diego Torres, es hijo del joyero Julio César Caccia y la cantante Lolita Torres, una de las grandes artistas de mitad del siglo XX en la Argentina, ícono del cine, la radio, el teatro y la música: su popularidad era tan grande que tenía seguidores hasta en Rusia. Es el menor de cinco hermanos: Santiago (de un matrimonio anterior de Lolita), Angélica, Mariana y Marcelo (padre de Angela Torres). Nació en Buenos Aires el 9 de marzo de 1971, tres semanas antes que el militar Agustín Lanusse asumiera el poder. Conoció las giras, las bambalinas de los teatros y los sets de televisión y cine, desde muy chico. A los 17 años, Lolita lo presentó en un programa de Antonio Carrizo y cantaron juntos “Memory”. En 1991 el medio ya conocía su histrionismo como comediante y protagonizó la tira La Banda del Golden Rocket en Canal 13, que alcanzó los 35 puntos de rating. Con un año de pantalla se convirtió en un ídolo juvenil y grabó su primer disco solista, con la producción de Cachorro López, ex Abuelos de la Nada. Todo pasó rápido. Entre 1994 y 1996, Diego Torres grabó el álbum Tratar de estar mejor, giró por América Latina, fue convocado para un disco homenaje a Joan Manuel Serrat, donde patentó su versión de “Penélope”, filmó dos películas Una sombra ya pronto serás y La furia, que fue vista por más de un millón de personas, y sacó un disco más Luna nueva, que presentó con ocho funciones en el Teatro Ópera, pero todavía faltaba otro salto más, el más importante, el que lo ubicó en el lugar que mantiene hasta hoy: en 2001, en una de las peores crisis sociales y económicas de la Argentina, editó Un mundo diferente. En ese disco estaba “Color esperanza”, escrita junto a Coti Sorokin y Cachorro López. La canción se convirtió en un himno optimista y lo llevó a cantar frente al papa Juan Pablo II, un lugar al que accedieron pocos artistas, uno de ellos, Bob Dylan.
En casi toda la Argentina es uno de los días más fríos del año. Del otro lado de la pantalla, Diego Torres está de remera y pantalón corto. Toma sorbos de agua por el calor. Estos últimos años su base está en Miami. Allí vive con su esposa Débora Bello y su hija Nina de ocho años. A pocas cuadras de su casa está el estudio donde grabó su noveno disco de estudio Atlántico a pie, con trece canciones compuestas junto al productor musical Miguel Yadam González. El disco con un color musical centroamericano salió a fines de junio. En paralelo fue subiendo canciones adelanto a las plataformas digitales como “Un Poquito” junto a Carlos Vives, “Esa Mujer”, “Amanece” y “Este Corazón”. “Este proceso empezó te diría antes de la pandemia, diría yo 2017, 2018. Después llegó esta situación en el mundo que nos cambió y eso también me permitió meterme en el estudio. Lo hicimos junto a mi socio Yadam, arreglador, productor, músico, talento de Cuba, con el cuál trabajamos codo a codo, los dos en el estudio solos. Escribiendo una canción apareció la frase Atlántico a pie y dije, éste es el título del disco, porque tiene el espíritu de lo que uno viene haciendo, desarrollando la música en la región cruzando para España y de España para acá”.
En 2020, cuando se declaró la pandemia por el coronavirus, Diego Torres grabó desde su casa una nueva versión de “Color esperanza”, donde participaron una veintena de cantantes: Rubén Blades, Coti, El Cigala, Thalía, Carlos Vives, Nicky Jam, y la nueva generación de Lali, Camilo, Reik, Gente de zona, y su sobrina Ángela Torres, entre otros. Ese mismo año, con las secuelas del COVID pegando en el ánimo de todas las familias, el artista lanzó un nueva canción llamada “Amanece”. Desde que apareció, fue comparada como la sucesora de “Color esperanza”, otro himno positivo, frente a otra crisis, pero mundial. “Las canciones caen mágicamente y producen sincronicidad en la gente que las escucha, y reflejan por ahí lo que muchos están sintiendo y están atravesando, creo que eso es lo que pasó con “Color Esperanza” en su momento y fue así: natural, espontáneo, auténtico y, por eso, caló profundamente en la gente. “Amanece”, tiene las mismas características de autenticidad ante un momento de crisis mundial. Es una canción que me permitió hacer catarsis con este mundo que se detuvo y no quedó otra que mirarnos a nosotros mismos, ver como veníamos, arreglar lo que teníamos que arreglar o teníamos pendiente. La canción responde a eso”, dice Diego.
-Cumpliste 50 años en pandemia...
-Te sorprende el número, la edad y sobre todo porque en otra época, cuando uno es chico ve a la gente de esta edad como personas grandes, pero uno se siente joven. La experiencia te hace valorar las cosas de otra manera, dejo pasar batallas que no tienen sentido, y voy en busca de las que valen la pena llevar adelante.
Diego le acaricia la cabeza a su perro Gardel. En la habitación, desde donde hace el zoom, hay un afiche de su nuevo disco colgado en la pared. Es otro de sus refugios, con una guitarra y un equipo de música para escuchar vinilos de Los Beatles. Al principio de la pandemia el cantante estuvo encerrado en su casa. Después le sumó una nueva rutina. Por las mañanas corría, nadaba, hacía bicicleta y yoga. A partir del mediodía se iba al estudio.
-¿Decías en tu casa, me voy a grabar, vuelvo en un rato?
-Sí, me iba, y aunque sea, no te voy a mentir, me iba a sentar en una plaza a dejar pasar la tarde, para irme de mi casa un rato.
-Tuviste que aprender a vivir en tu casa de nuevo.
-Tuvimos que aprender a vivir en nuestra casa y los que viven con nosotros también. En nuestro trabajo, siempre tenés la sensación que te estas yendo, esa situación es incómoda, por momentos, por momentos te conviene rajar, pero por momentos decís: me quiero quedar en mi casa con el perro, que lo tengo acá pegado, el libro, tu guitarrita, tu lugar. Para los que veníamos viajando por trabajo y teníamos una rutina sea la que sea, de golpe se paró el mundo. Al primer mes, mes y medio era como que no entendía nada, venía con una inercia entre las giras, los shows, grabando un programa en Colombia, todas las semanas, que dije: qué bueno, parar, descansar un poco, pero no era consciente que estaba llegando un virus, una pandemia.
-Antes de la pandemia tenías una vida nómade dividida entre tu casa en Miami y Buenos Aires.
-Buenos Aires está tan al sur y nos lleva muchas horas llegar a Centroamérica, así que la vida me fue llevando a encontrar una base naturalmente en Miami. Me acostumbré a ir y venir. Tengo mi casa en Buenos Aires. También es mi lugar, están mis amigos, mi familia, pero s la vida me ha llevado a vivir cuatro meses en España por una gira, o de repente pasar mucho por Perú, México, o Colombia. Uno se acostumbra a viajar y a ser un poco gitano. Toda esta situación nos ha hecho reinventarnos, volver a trabajar de otra manera. En el disco, por ejemplo, me concentré en grabar material audiovisual acá, mientras lo hacíamos. Hay que tratar de utilizar la tecnología a favor, que sea una obra que la puedas escuchar y también la puedas ver.
-Seguís pensando en la obra completa, en la situación de sentarse a escuchar un disco
-Es que nosotros estábamos acostumbrados a sentarnos a escuchar un disco, hoy los chicos están con la ansiedad, el vértigo que se vive hoy, hay poca paciencia. Hasta te mandan los mensajes a uno punto y medio para que escuches en otra velocidad. Estamos locos. Un disco hay que sentarse a escucharlo. Yo volví al long play, a comprar discos de Frank Sinatra, The Police, Bob Marley, Beatles, y le transmito a mi hija eso. Tengo una tertulia musical con Nina, donde le pongo el disco con la púa y le digo mira Frank Sinatra y ella me pregunta: ¿quién es Frank Sinatra?, ahora te voy a contar; y ella después me pone Charlie Put, o The Weekend, y le pregunto lo mismo, y así intercambiamos música.
-¿Necesitas estar actualizado?
-No podría hacer una música como la hice en el 2000, vas buscando cosas nuevas. En el disco vas a encontrar los beats electrónicos, pero aparecen los brasses, una guitarra, un banjo, un bandoneón como en “Esa mujer”, un acordeón. Para mí la música es como cocinar.
-Hay un sonido centroamericano que marca mucho el disco.
-Es que yo soy fanático de Rubén Blades y Los Seis del Solar, esos arreglos con los brasses y el piano y de golpe cuando aparecía el gran Rubén cantando y esa banda. ¡Dios! Para mí, la música es eso.
-El tema “Un Poquito” con Carlos Vives está firmado por 7 compositores, ¿cómo se pusieron de acuerdo entre tanta gente?
-Esa canción la escribí en una sesión donde nos juntamos 5 o 6 compositores en una tarde, que es una experiencia que quería vivir a ver como funcionaba. Terminamos esa sesión donde salió la melodía. Me fui con eso y en el estudio con Yadam hicimos la otra parte de la canción. Esa parte nueva se la mandé a Carlos Vives y le encantó. Él me la devuelve con una última estrofa de la canción y yo se la volví a mandar con el rap del final. Entonces tuve que contemplar, dónde había nacido la canción, dónde había transcurrido, y la llegada de Carlos en el medio. Tuve que poner de acuerdo a todos y decir: señores, la canción fue así, así son los porcentajes, reunirnos todos para quedar a gusto. Democracia, algo que nos resulta tan difícil a los seres humanos.
A Diego Torres le gusta grabar con otros, estar con otros. En su último disco participan los colombianos Carlos Vives, Carlos Fonseca, Jorge Villamizar de Bacilos y Catalina García de Monsieur Periné, la brasileña Ivette Sangalo, la española Buika, entre otros. En su anterior trabajo Buena Vida (2015) grabó con Rubén Blades, y en su Unplugged de 2004 cantó con Julieta Venegas y Vicentico, con el que compuso el tema “Usted”. “Nunca tuve prejuicios en la música ni los sentí. Con Vicentico nos conocíamos porque jugábamos mucho al fútbol. Empecé a escribir “Usted” en Colombia, después en Buenos Aires me encontré con Vicentico y terminamos la canción juntos. La pasamos muy bien. Esa canción es uno de mis clásicos que no puedo dejar de cantar”, dice el cantante y actor.
-Una tus participaciones notables fue en el álbum Cantora, donde grabaste con Mercedes Sosa “Zamba para olvidarte”, que se relanzó hace unos días.
-Esa experiencia con el pasar de los años ha tomado cada vez más dimensión. La semana que me llamó Mercedes para participar del disco justo vino a comer un asado a mi casa Facundo Ramírez, tremendo pianista, hijo de Ariel Ramírez, amigo de nuestras familias, amigo de mamá y de la Negra Sosa. Mamá y la Negra se conocían. Me crié con la Negra que venía a comer a casa, y nosotros que íbamos a comer a lo de Ariel Ramírez, y se daban esos encuentros con La Negra, Jaime Torres, Los Chalchaleros, Domingo Cura, Zamba Quipildor, todos cantando. En la grabación de la zamba, el piano que se escucha es de Facundo Ramírez, y el día de la sesión es imborrable. Ese mismo día grababa Spinetta. Me quedé en un rincón de los estudios Ion viviendo ese momento hermoso con el Flaco y la Negra cantando “Barro tal vez”. Después me tocó grabar a mí ese arreglo tremendo. Grabar esa zamba fue hermoso. En 2019, cuando estaba de gira por varias ciudades del interior llegué a Salta y quise conocer a Daniel Toro, autor del tema. Me fuí a la casa, estuve con él y su familia, nos tomamos unos mates, charlamos, y se vino a ver el show, donde le canté la zamba. Me sigo hablando con él y su hijo Miguel, nos escribimos y mandamos videos.
-Te considerás un músico popular, surgido de esta mezcla que impulsó Mercedes y tu madre Lolita, que cantaban muchos géneros.
Me gusta el término música popular. Me gusta el término música del mundo. La Negra era música del mundo. Lo mismo que Cesaria Evora, lo mismo que mi mamá que cantaba en Rusia para un público tan lejano, así que sí, música popular, no hay nada más lindo que ser popular, no hay más lindo que llegar a cada rincón, a una familia completa, diferentes generaciones. Todo esto lo tenía muy presente de chico. Cuando todos me decían, arengaban, la histeria, la locura, no, yo quiero que la gente escuche, quiero pasarla bien con la música y la vida me dijo, tranquilo, tranquilo, todo se acomoda.