Apoplejía, stroke, ataque cerebral, infarto cerebral, isquemia o derrame cerebrales son algunas de las formas en las que se conoce al accidente cerebrovascular (ACV), una lesión cerebral con efectos devastadores para el individuo y su familia.
En la Argentina, se estima que sucede uno cada cuatro minutos, es decir, unos 130 mil casos anuales.
Generalmente, el ACV es el resultado de una patología progresiva que se desarrolla a lo largo del tiempo y ocurre cuando las células cerebrales mueren por falta de oxígeno y glucosa debido a un flujo sanguíneo insuficiente.
En algunos casos, hay síntomas, en otros provocan la muerte. Habitualmente estos episodios no son fatales y se caracterizan por una porción de tejido cerebral muerto -infarto- que conducirá a una discapacidad.
“En el ACV transitorio, el episodio es evitable. Por eso es tan importante actuar sobre los factores de riesgo, empleando fármacos para evitar la formación de trombos.”
La lesión puede ser una parálisis y/o trastorno sensitivo de una mitad del cuerpo, del lenguaje (afasia), en la coordinación y el equilibrio, en la visión de un ojo o ambos, o un deterioro intelectual. Estos ataques pueden ser leves, severos y combinados.
¿Cómo saber si estamos sufriendo un ACV?
Si se siente alguno de estos síntomas, es muy importante consultar de inmediato al médico: súbita debilidad o entumecimiento de brazo, pierna o cara, repentino trastorno visual de uno o ambos ojos, imprevisto trastorno en el habla o lenguaje, inesperado dolor de cabeza no habitual o súbita pérdida del equilibrio.
Los factores que incrementan el riesgo de padecer un ACV son varios y aumentan notablemente cuando se combinan. Los más importantes son edad avanzada, hipertensión arterial, enfermedad cardíaca, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo y alcoholismo.
Para comprender el tema, hay que saber que existen dos categorías: el ACV isquémico se da cuando se obstruye una arteria y esto impide la circulación sanguínea; 2) y los ACV hemorrágicos, que son aquellos en donde se rompen las paredes de la arteria, la sangre escapa del sistema circulatorio y se produce una hemorragia cerebral.
“Habitualmente estos episodios no son fatales y se caracterizan por una porción de tejido cerebral muerto -infarto- que conducirá a una discapacidad.”
A diferencia de lo que sucede frente al hecho consumado de un ACV severo, en el ACV transitorio el episodio es evitable. Por eso es tan importante actuar sobre los factores de riesgo y emplear fármacos para evitar la formación de trombos (aspirina, clopidogrel, trombolíticos y anticoagulantes) que pueden salvar al paciente.
Una arteria puede taparse debido a su desgaste y endurecimiento por placas de colesterol, es decir, su superficie interna es rugosa y áspera. Esto favorecerá la formación local de un cúmulo de partículas sanguíneas y fibras -trombo-, que terminará por ocluirla y generar una trombosis.
* Médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires. agandersson@neurologiainba.com.ar Contenido exclusivo de la revista Rumbos.