El pelo suele ser parte fundamental de nuestra imagen, pero, a veces, es normal que se caiga. ¿Cuánto? Digamos que unos cien pelos por día. Cuando esta cantidad va en aumento, se denomina alopecía y es momento de ocuparnos.
Si una persona consulta por la caída del cabello, es porque emocionalmente esto le afecta. Por lo tanto, hay que escucharla, revisarla y aclararle si presenta alopecía o no, si tiene pérdida normal del pelo o si éste se encuentra con menos grosor. Para ello, es importante una “tricoscopía”, es decir, la observación del cabello con un mayor aumento y con experiencia en la técnica.
Las causas de la caída del pelo pueden ser varias, pero entre las más frecuentes sobresalen estas:
Estrés: está estudiado que las mudanzas, el fallecimiento de familiares y la pérdida de trabajo generan un aumento en la caída del pelo.
Genética: existen tipos de alopecías en las que el componente genético colabora en su aparición. Si el padre es calvo y el hijo comienza a sospechar que su alopecía está en camino, es importante consultar; en el ámbito de la medicina, la prevención y el diagnóstico temprano pueden ayudar a que un avance se desacelere e incluso a que haya un buen recrecimiento.
Hipotiroidismo: uno de los síntomas de esta patología es la caída aumentada del pelo. Muchas veces, el médico termina haciendo un diagnóstico de una enfermedad no conocida por el paciente. Es importante la consulta con el dermatólogo y con el endocrinólogo.
Posparto: la caída del pelo es una de las cuestiones que más afecta a las mujeres en este trance. El estrés y el cambio hormonal, la internación, el parto y la cesárea vuelven propensas a las madres recientes (aunque comienzan a registrar el cambio pasados los tres meses de dar a luz, ya que la etapa de caída tiene dicha duración).
¿Existen posibilidades concretas de tratamiento? Sí, y son variadas según el tipo de alopecía. Lo importante es consultar con un dermatólogo especialista en tricología, prevenir, no dejarse estar y atacar el tema con herramientas adecuadas. Los cambios en el estilo de vida y el cuidado de la piel y el pelo tienen que incorporarse a la rutina. Cuidarse de manera integral es fundamental para verse bien.
Como decíamos, son varios los abordajes posibles. Según el diagnóstico, el profesional puede adoptar aminoterapia, cambios en la alimentación, loción de minoxidil (vasodilatador que aumenta la irrigación del cuero cabelludo), comprimidos de finasteride (antagonista de la hormona masculina) o de minoxidil, mesoterapia, plasma rico en plaquetas y trasplante capilar (es el procedimiento más invasivo, pero definitivo en cuanto a la caída aumentada de pelo. Se extraen unidades foliculares de zonas sin caída y se implantan en los lugares afectados).
La prevención y el tratamiento en etapas tempranas, y la ayuda de herramientas específicas en cada paciente, conforman un combo imbatible para una buena recuperación y que se detenga la caída del pelo. Si a esto le sumamos algunos cambios en el estilo de vida, vernos y sentirnos mejor es algo concreto y posible. •