A partir del confinamiento, es probable que un alto porcentaje de la población haya comenzado a padecer una merma de la vitamina D, ya que su fuente principal es la síntesis en la piel por efecto de la exposición a la radiación ultravioleta (UV) del sol, que disminuye en otoño e invierno un 20-25% respecto del verano. Por lo tanto, se sintetiza poca vitamina D durante esta época, aunque haya exposición al sol.
Hay grupos que pueden tener un riesgo mayor de deficiencia de vitamina D: uno a destacar es el de los adultos mayores, ya que con el envejecimiento disminuye la capacidad de sintetizarla en la piel a una tercera parte de lo que se podía en la juventud.
Por otra parte, pocos alimentos contienen este nutriente: pescados grasos (salmón, arenque y atún), huevos, hongos y los fortificados como los lácteos enriquecidos.
Pocos alimentos contienen vitamina D, por eso muchas veces hace falta tomar una suplementación, que en la Argentina se comercializan en gotas, cápsulas y soluciones oleosas.
El recurso que tenemos disponible para alcanzar niveles adecuados de vitamina D es la suplementación, que en la Argentina se comercializa en diferentes presentaciones: gotas, cápsulas, soluciones oleosas; y con diferentes dosis y posibilidades de periodicidad de administración: diaria, semanal, mensual, cada 2 o 3 meses, según se requiera.
No obstante, lo correcto es visitar al médico para sea quien mida los niveles de vitamina D en el paciente y determine la dosis y forma de administración. Si bien existe una amplia ventana terapéutica entre lo indicado y las dosis que producen intoxicación, si se ingieren en exceso y sin control, puede generar daños en el organismo.
La vitamina D es fundamental para la salud del esqueleto en todas las etapas de la vida, desde el desarrollo fetal hasta la tercera edad; participa en la prevención de osteoporosis, favorece la absorción del calcio de los alimentos y en la adecuada mineralización de los huesos. Además, optimiza la función muscular provocando una considerable disminución del riesgo de caídas y de fracturas.
La deficiencia severa de esta vitamina tan importante ocasiona raquitismo en niños y osteomalacia en adultos.
La vitamina D también participa en la regulación de numerosos tejidos y órganos para la salud general, algo que se conoce como “acciones extra-esqueléticas”.
En estudios epidemiológicos recientes, se ha observado que la deficiencia de vitamina D se ha asociado a mayor prevalencia de enfermedades infecciosas, autoinmunes, cardiovasculares, hipertensión, ciertos cánceres (por ejemplo colorrectal), diabetes e, incluso, con el aumento de la mortalidad.
Por otro lado, si bien la incorporación de esta vitamina no representa un tratamiento para el COVID-19, es cierto que algunas de sus acciones, fundamentalmente las extra-esqueléticas, podrían ser positivas para enfrentar la patología porque preservan la integridad del epitelio respiratorio, regulan la respuesta inmunitaria con efecto antimicrobiano y previenen la respuesta inflamatoria excesiva.
De todas formas, al igual que en el resto de los casos, se desaconseja la automedicación y se reitera la importancia del control médico ante la posibilidad de un tratamiento con vitamina D. La intoxicación con ésta causa hipercalcemia o aumento del calcio en sangre. •
* Médica especialista en Osteoporosis, Directora asociada de Mautalen Salud e Investigación. beatrizoliveri258@gmail.com Contenido exclusivo para revista Rumbos.