Ruinas industriales: la bodega de Domingo Tomba

A metros del carril Mathus Hoyos se esconde detrás de una arboleda un conjunto en ruinas, con un pasado ligado al esplendor vitivinícola.

Ruinas industriales: la bodega de Domingo Tomba

Se trata de la Bodega de Domingo Tomba de Guaymallén, ubicada en el distrito El Sauce, que fue promocionada en numerosas publicaciones de 1910 a través de artículos de gran despliegue fotográfico.

Hacia 1916 se difundió a nivel nacional por medio de un artículo en la edición Siglo XX (Argentina Biográfica), número que dedicó a Mendoza la editorial Biblioteca Americana. Esa publicación dedicada a la provincia, que salió a finales de febrero de aquel año, había sido además una de las vías para la difusión de la modificación de la Constitución de Mendoza. Mientras este conjunto vitivinícola fue caracterizado en aquella época como “el más moderno de toda la provincia”, a la otra bodega de Tomba -la situada en Godoy Cruz- se la proclamaba como “la más grande del mundo”.

En el artículo de la Revista Siglo XX se la presentó como una de “Las grandes creaciones de la industria” destacando además a los vinos “Foca” y “Toro” como sus “grandes marcas conquistadoras”. El cronista indudablemente había visitado las bodegas, recorriendo las instalaciones y observando los procesos de producción. Al finalizar la nota recordó a dos empleados, seguramente quienes lo acompañaron en la visita: el gerente de la bodega, Antonio Soriano, y del contador José María González.

La bodega El Sauce, como se la conocía a principios del siglo XX, formaba parte en ese tiempo de las propiedades de Domingo Tomba, hermano de Antonio, fundador del establecimiento vitivinícola que llevaba su nombre y fallecido en 1899. La compra del predio de 131 hectáreas se había efectuado a la empresa que tenían sus sobrinos, Pilo Tomba y Juan Bautista Sella, aunque por algunos años conformaron junto a su tío una sociedad comercial e industrial.

Cuando Domingo Tomba perdió sus propiedades y regresó a Italia, donde murió en 1934, la bodega pasó a otras manos. Al poco tiempo, el Club Unión compró el predio para desarrollar allí el campus social y deportivo de los empleados jerárquicos del ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (BAP). La institución se había fundado el 1 de julio de 1907, por iniciativa del directorio del Ferrocarril Gran Oeste Argentino, principalmente por la gestión de José A. Villalonga, administrador general de la compañía, y de Samuel Pearson Hale, directivo del Ferrocarril Trasandino. Las autoridades de la institución eran originarias del Reino Unido, ya que la compañía ferroviaria era de capitales ingleses.

Los nuevos dueños demolieron las naves de producción, y taparon las cavas para -sobre ellas- adaptar el terreno destinado a las canchas de tenis, rugby y hockey. Hace aproximadamente una década, las autoridades del Club Unión emprendieron la tarea de revalorizar el sitio y se re-descubrieron las ruinas de la antigua bodega. Entre ellas, las cavas subterráneas de elaboración de vino y un túnel que vinculaba a las cavas de ladrillo con el edificio administrativo. Este último hacía las veces de parador ferroviario, ya que la bodega contaba con un ramal industrial que ingresaba al predio. Se trataba de un desvío del circuito Guaymallén que tenía 49 kilómetros de vías y que se había puesto en uso en 1903, uniendo las estaciones Fray Luis Beltrán a través del empalme Resguardo y Tropero Sosa.

Las estaciones de La Lagunita y Buena Nueva eran las más cercanas a las bodegas Tomba y Tirasso (actual Santa Ana) que se beneficiaron con su apertura. El municipio de Guaymallén está acompañando en la tarea de revalorización del sitio, su historia y los testimonios y hallazgos que permiten observar cómo había funcionado el antiguo establecimiento de Domingo Tomba. El bodeguero no sólo montó las instalaciones industriales, sino que también construyó frente al carril Mathus Hoyos diez casas destinadas a los empleados. Esta acción era común en otros conjuntos similares y se enmarcaba dentro de lo que se llamó paternalismo industrial, en donde los propietarios de las bodegas ofrecían a sus empleados viviendas para fijar la mano de obra junto a los conjuntos.

El predio que antiguamente ocupara la Bodega Tomba en Guaymallén constituye una verdadera oportunidad para encarar estudios de arqueología industrial inéditos en la región. Sus antiguas instalaciones -cavas, túneles, chimeneas y otras construcciones- permiten comprender cómo se desarrollaba la producción del vino a comienzos del siglo XX en Mendoza y cómo en ellas luego se realizaron otras actividades ligadas a lo social y deportivo en esa zona.

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